Opinión
14Marzo
2011
14 |
Opinión

No somos solo una idea

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Marzo 14 | 2011 |
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Francesc-Marc Alvaro escribió en La Vanguardia del 10 de julio pasado un muy interesante artículo titulado “Ni estamos muertos, ni somos solo una idea”. Es un hecho que no estamos muertos, y así, aprovecho parte de su título para encabezar estas líneas.

Bien, desde el nacionalismo democrático vasco, desde los que creemos que Euskadi es nación vasca, Patria de los vascos, Pueblo con derecho a dibujar los perfiles de su presente y futuro de la mano de su propia pluma, habría que recordar que decidan lo que decidan los Tribunales Constitucionales y Supremos españoles de turno, y mientras las urnas vascas así lo manifiesten, somos una nación. Recordar que por encima del cansancio, de las incompetencias, e incluso, de las provocaciones y errores propios, los vascos afirmamos que conformamos una nación, la nación vasca, Euskadi. Recordar que a pesar de las cizañas electorales, del desdén, de la incomprensión y del menosprecio de los arrogantes del poder central queremos seguir siendo una nación. Que nadie se lleve a engaño, ni dentro ni fuera de Euskadi. Habrá que afirmar que aún la distancia entre la clase política y la gente, aún los ridículos y desatinos propios y ajenos, los vascos no aceptamos, ni aceptaremos que nos tomen el pelo y que se pasen por el forro aquello que votamos como reflejo de nuestra voluntad política de querer seguir siendo nación vasca. Y ante los que nos dicen que no somos ni Pueblo ni Nación, sino solamente ciudadanos incoloros, transparentes, neutros, insípidos, incoloros, incluso sosos que no llegamos ni a la altura del pulpo Paul, habrá que contestarles que la nación vasca no es tan solo una idea perfectamente legítima que se nos concede graciosamente desde Madrid, que no es una ficción construida por políticos y poetas, sino que la nación vasca somos personas de carne y hueso con voluntad de serlo. Les respondemos manifestando que no somos figuritas de un pesebre pintoresco que se monta y desmonta en la salita del hogar. Las gentes vascas somos hombres y mujeres, jóvenes y mayores, de ahora mismo, distintas a las de hace 30 años y a las de 300, personas conscientes, pensantes y actuales que pagan sus impuestos. Existimos, queremos democráticamente seguir existiendo sin ningún tipo de vigilancia. Somos una Nación plural en su composición, y perfectamente conscientes que no todos los ciudadanos vascos son vasquistas, y menos nacionalistas.

Y ante los adalides del pensamiento único, ante los acaparadores del monopolio total del españolismo patriótico esencialista y ante los que contraponen “normalidad” frente a reivindicación de más autogobierno e identidad frente a bienestar de los ciudadanos habrá que volver a manifestar que no admitimos amputación y maltrato alguno a la verdad, al sentido común y a la inteligencia de la estructura neuronal. Manifestar que no admitimos que lo moderno sea siempre la españolidad, y atraso el nacionalismo vasco, que España sea única, indisoluble e incompatible con las díscolas naciones periféricas que se empeñan en reinventar, una y otra vez, España. Pero el reto del nacionalismo democrático vasco es claro: seguir ganando el futuro, y ello porque creemos humildemente que somos la mejor herramienta de una sociedad que quiere formar parte del mundo global sin renunciar de modo alguno a su personalidad. Así pues, debemos seguir movilizando la centralidad de este País, continuar organizando la defensa de los intereses de Euskadi. El Tribunal Constitucional, sin sentido alguno de Estado plurinacional, con su sentencia referente al Estatut de Cataluña no ha arreglado nada, al contrario, lo ha complicado todo, ha creado todo un avispero de problemas, ha puesto en cuestión el camino constitucional a recorrer. Y¿ahora qué?

¿Y que ahora qué? Pues algo así como que manteniendo lo conseguido, y orgullosos de ello, nos espera una nueva etapa, un nuevo eslabón de la misma cadena. Es decir, que nada termina y que todo empieza a la vez. Como nunca debe terminar, y siempre comenzar, una profunda reflexión sobre el nacionalismo democrático vasco, su futuro, sus horizontes, su adecuación y su articulación, más allá siempre de coyunturas y puntuales coaliciones. Y ante el terremoto a futuro generado por el cepillado del TC para con el Estado plurinacional termino con una reflexión, que es a su vez una reivindicación: Leyes y sus desarrollos no se aprueban para que sean inmutables, sino para adaptarse a la realidad. Y por lo tanto reclamamos, más autogobierno, voz directa en Europa y respeto exquisito y efectivo a la voluntad de los ciudadanos vascos. Y, obviamente también, que todas y cada una de las competencias recogidas en el Estatuto de Gernika se transfieran inmediatamente y sin ningún tipo de avería. Apuesto por un futuro que nos permita a los vascos responder a nuestros objetivos nacionales que nos posibiliten seguir siendo a futuro más que una idea. Aspiro a que sea posible una relación libremente consentida y amable con España, seguramente no la ideal, pero sí la suficiente con la que poder afrontar mejor que nunca los retos a futuro que tenemos como pueblo. Abogo por la necesaria inteligencia del pequeño, que en su pequeñez aspira a poder seguir siendo. No, ni estamos muertos, ni somos solo una idea. Queremos.

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