Intervención
02Febrero
2007
02 |
Intervención

JOSU JON IMAZ
Euskadi: Debates de futuro

Intervención
Febrero 02 | 2007 |
Intervención

Fórum Europa-Bilbao
Egunon guztioi, buenos días a todos:

Quiero en primer lugar agradecer al Forum Europa-Bilbao, que bajo la presidencia de José Luis Rodríguez organiza Nueva Economía, la oportunidad que me brinda de compartir este coloquio con todos ustedes. Es un foro que nace para un tiempo nuevo. Zorionak. Sé que sus organizadores querían que fuese un foro de debate de ideas y proyectos en un tiempo de paz. De momento la esperanza se ha frustrado. Ello nos ha conmocionado a todos. Pero estoy convencido de que este foro pronto será uno de los que contribuya al debate de la Euskadi post-ETA. Posiblemente dentro de poco tengamos la perspectiva suficiente para verlo. Aunque hoy, todavía dolidos por el asesinato de dos personas en la Terminal T-4 del Aeropuerto de Madrid, estas palabras a algunos se le antojen puros deseos voluntaristas.

Segundo agradecimiento muy especial. A Eduardo Uriarte, moderador del debate posterior. Hay una noticia que todavía no has podido dar y, sin embargo, te ha llegado la hora de la jubilación profesional. Sé como la darías. Clara, concisa y de forma que el ciudadano anónimo, que vive estas cosas a distancia, la entendiese y la sintiese como propia. Y además en veinte segundos. Cuando hace ocho años, en una conferencia de prensa en la que explicaba el Plan Sectorial de la Energía Eólica, tras haber abrumado a los periodistas a datos e información, un señor de gafas me espetó desde el fondo de la sala, extendiendo el micrófono hacia adelante: “¿Podría explicar en veinte segundos todo eso que acaba de decir para que se le entienda?” Me di cuenta de que no sabía nada de comunicación. Y aprendí a admirar y a querer a Eduardo Uriarte. Cuando él salía a gusto de la sala de prensa de SPRI, es que había conseguido mi objetivo. Quizá te jubiles y pienses que no he aprendido mucho. De todas formas, gracias Eduardo, por ser buen periodista. Y de paso por lo que nos has enseñado a algunos.

Trataré en los próximos minutos de abordar una reflexión sobre el tiempo político que vive la sociedad vasca, sobre los debates que debemos abordar de cara a los próximos tiempos. Y quiero apuntar algunos de los retos principales que, desde mi punto de vista, preocupan a la sociedad vasca.

El reto de la paz

El primer reto es el de la paz. No quiero ser políticamente correcto. Pienso que el voluntarismo puede ser loable, pero los líderes políticos tenemos que hablar claro. Hace ya un mes ETA rompió el proceso de paz. El final dialogado, tal y como lo habíamos concebido, se ha roto. No hay condiciones al día de hoy para ello. El proceso tenía bases sólidas, dos corrientes de fondo estructurales.

Por un lado, un cambio del entorno internacional tras el 11 de septiembre de 2001, el avance en un espacio policial y judicial común europeo y la irrupción del terrorismo radical internacional, que operativamente a ETA le han ido achicando el espacio. Puede desgraciadamente todavía matar, pero sus movimientos van a ser cada día más difíciles. Es como una sinusoide que cada vez tendrá menos amplitud. Y esto no ha cambiado tras el atentado de Barajas.

El segundo factor, y más importante aún a mi entender, son los cambios en el entorno político y sociológico que ha apoyado a ETA durante demasiados años, aceptando con su silencio el discurso del grupo terrorista, según el cual, la violencia es un instrumento válido para la acción política. Ese mundo quiere un final, una parte importante del entorno de Batasuna no quiere que ETA siga con la violencia, y aunque no sea en todos los casos por motivos éticos, sí hay una percepción generalizada de que el terrorismo de ETA es un obstáculo para su proyecto político. Y, si ETA continuase con una espiral de violencia, vendría la desafección de una parte importante de ese mundo de Batasuna. El camino sería el de una grapización, es decir, el de un terrorismo residual con escasísimo soporte social, y a medio plazo, estaríamos ante el final. Pero en el camino, el mundo de la autodenominada izquierda abertzale implosionaría. Algo parecido a lo del muro de Berlín, que después de su caída todos afirmaban que parecía imposible que semejante burbuja se hubiese podido mantener durante cuatro décadas, pero que un año antes muchos pensaban que el llamado socialismo real era un mundo sólido y consistente.

Que nadie entienda de mis palabras que esto está acabado. La reacción de ETA ante esta situación puede ser la de una huída hacia adelante. Ello aceleraría su final, aunque podría darnos un período de tiempo duro a todos. O podría quizá tratar de mantener el parón actual tratando de recobrar interlocuciones. Pero no me importa ni me corresponde debatir ahora sobre lo que ETA haga o deje de hacer. Me importa saber qué tenemos que hacer nosotros.

En primer lugar, no lanzar señales equívocas. Diálogo entre partidos y con agentes sociales sí. Siempre. Porque nos queda la palabra, como nos recuerda Blas de Otero. Pero diálogo con una ETA que no cumple ni de lejos la condición que le habíamos puesto para el mismo, es decir, voluntad inequívoca de querer poner fin a la violencia, no. Si ETA entiende que negociar es compatible con poner bombas, estaremos alejando el final de ETA, porque estaremos facilitando que no tome las decisiones que sólo ella puede y debe tomar. Y respecto a Batasuna, hablar sí. Pero diálogo político --entendiendo como tal el que permite debatir, compartir estrategias y avanzar en acuerdos— no. No mientras no responda a la exigencia de la sociedad vasca de alzar la voz de una vez por todas ante la violencia. Estas reglas de juego son las que nos pueden permitir avanzar hacia la construcción de la paz, que es mucho más que el cese de la violencia pero que empieza con él.

Entretanto, sacar el tema del debate partidista. Un atentado de ETA no nos puede pillar con los puentes rotos, porque estaremos lanzando una señal a ETA de que tiene capacidad, aún siendo débil y teniendo escaso apoyo social, de enfrentar a la sociedad y a los representantes políticos. Bases mínimas de acuerdos entre partidos sobre rechazo....del terrorismo, apoyo a los mecanismos policiales para hacer frente al mismo, solidaridad y apoyo a las víctimas sin utilizaciones partidistas, discurso de deslegitimación del terrorismo diciendo claramente que el recurso a la violencia no es la derivada natural de problemas políticos existentes y que el futuro político de este país no se puede negociar con ETA, aplicación de los mecanismos del Estado de derecho sin políticas de excepción y con respeto escrupuloso de los derechos humanos, y abordar un cierre dialogado cuando haya condiciones para ello. Es decir, cuando haya voluntad inequívoca de querer poner fin de forma definitiva, a la violencia. Este es desde mi punto de vista el camino más sólido para la solución. Con incertidumbres, evidentemente. Pero con estrategias claras. Con voluntad decidida pero sin voluntarismos.

Y superando a su vez ese viejo debate entre la disyuntiva de derrotar a ETA o buscar el final dialogado. ETA ya fue derrotada hace muchos años. La sociedad vasca le derrotó. Su proyecto de deslegitimación política y social de las instituciones democráticas vascas fracasó. Ahora se trata de poner fin a la violencia. Y habrá que generar condiciones para que el final dialogado sea posible. Y aunque no renunciamos a él, hoy, día 2 de febrero, honestamente, no lo es.

El reto del autobobierno

Segundo reto, el del autogobierno. Autogobierno que nos dé estabilidad, que conlleve acuerdos políticos amplios y que nos permita centrar el debate político en otras materias que son vitales para el futuro de la siguiente generación de vascos. Un acuerdo político que defina un modelo de convivencia, así como un marco de relaciones con el Estado en el que haya una bilateralidad efectiva, garantías y condiciones de lealtad. El pacto y la no- imposición es el procedimiento por el que se constituyen las reglas de juego en las sociedades avanzadas. Se trata, en definitiva, de que alcancemos un acuerdo que desde el respeto a los marcos institucionales actuales, permita el uso de sus potencialidades reales de modificación siempre y cuando existan mayorías sociales y políticas para ello. Todo ello desde el respeto democrático a la voluntad de la sociedad vasca, pero con respeto escrupuloso a su pluralidad. Respetar la voluntad de los vascos incluye el respeto a los diferentes sentimientos identitarios, tratando de integrarlos en un esquema de pacto y compromiso.

Una solución, que en términos políticos de integración debe estar basada en un doble compromiso. Amplio acuerdo sobre el mismo en Euskadi y aprobación política en los términos aquí acordados en las Cortes Generales. En definitiva, el compromiso de un acuerdo amplio en Euskadi, que iguale en adhesión a los actualmente vigentes, y el compromiso por parte de los partidos firmantes de defender el mismo, en los términos acordados, en toda su tramitación institucional y que sea, finalmente, refrendado por la ciudadanía vasca. Esta formulación garantiza la aceptación, en clave de integración política, de la voluntad de la sociedad vasca, y limita a la mayoría nacionalista. Pero, a su vez, supone dar cauce al reconocimiento jurídico y político de las decisiones adoptadas, limitando también las mayorías de los partidos de ámbito estatal en las Cortes Generales.

Seguimos manteniendo nuestra voluntad de pacto y acuerdo porque no entendemos que el autogobierno pueda basarse en otro principio distinto de la libre disposición sobre nuestro futuro colectivo y la voluntad de pacto en el seno de la sociedad vasca y con el Estado. Seguimos considerando que el pacto y la no-imposición es el procedimiento por el que se constituyen las reglas de juego de las sociedades avanzadas. Y la sociedad vasca, Euskadi, lo es.

Muchos de ustedes provienen del mundo económico. Se trata en definitiva de aplicar la formulación conceptual del Concierto Económico al ámbito político. Un Concierto Político, que reúne culturalmente no sólo al nacionalismo de este país, sino también a la derecha de tradición carlista-fuerista y a gentes de izquierda de acervo liberal-fuerista. En definitiva, un modelo político de relación en el que nos sintamos identificadas las principales corrientes de pensamiento de la sociedad vasca. Que respete nuestra idiosincrasia, nuestra identidad, que permita que nuestra libre voluntad democrática tenga mecanismos para ser respetada, que integre sensibilidades, que articule la relación dentro de un Estado plural a través del pacto y del acuerdo, y que evite las tentaciones de unilateralidad a todas las partes. Es decir, que nos obligue a pactar, a entendernos, aunque la toma de decisión sea más compleja. Una fórmula de doble llave, en la que el cofre sólo pueda ser abierto de forma conjunta. Existen mecanismos jurídico-constitucionales, que interpretados con flexibilidad, pueden acoger una fórmula de este tipo.

Un autogobierno para la nueva Europa que se va conformando. Un autogobierno que determine para las instituciones vascas el ámbito competencial pleno necesario para desarrollar la identidad en el mundo abierto que se va conformado, en los ámbitos de educación, lengua y cultura. Un Concierto Económico blindado cuyas decisiones normativas tengan carácter de ámbito fiscal propio y, por tanto, los recursos a las mismas en cualquier ámbito (sea judicial o europeo) sólo puedan ser cuestionados en los mismo términos que los de otro sistema general. Capacidad competencial en las materias económicas, medioambientales y formativas necesarias para desarrollar un entorno competitivo sostenible en un mundo abierto. Un sistema social y de seguridad social, complementado con una política fiscal solidaria, necesarios para mantener los ámbitos de solidaridad en un entorno amplio de competencia global. Con un compromiso claro con los mecanismos necesarios de solidaridad hacia el resto del Estado.

Además, un autogobierno que contemple garantías jurídicas plenas y sistemas de arbitraje bilaterales sobre el cumplimiento de este pacto. Una participación en las instancias europeas en los ámbitos competenciales propios de la Comunidad de Euskadi en las áreas que los Tratados actuales permitan. Y una política abierta de cooperación transfronteriza en los ámbitos culturales, económicos, infraestructurales, sociales y medioambientales que conforme una eurorregión vasca, desde el Adour al Ebro y desde las Encartaciones hasta Xuberoa, que desarrolle un tejido urbano con calidad de vida, en el que el tramo de más longitud, Baiona-Bilbao se recorrerá en 45 minutos gracias a la Y Vasca. Un sistema de transporte que unirá el tejido urbano Donostia-Vitoria-Bilbao-Pamplona-Baiona en un tiempo entre 30 y 45 minutos. La ciudad vasca, Euskal Hiria que diría Bernardo Atxaga. Este es nuestro modelo de autogobierno para los próximos años: capacidad de decisión, compromiso en el pacto y corresponsabilidad, participación en todos los niveles de decisión y apertura al exterior.

Por cierto. Los que ahora dicen No a la Y, son los mismos que hace diez años dijeron No al Guggenheim; los mismos que dijeron No al Metro de Bilbao y, a su vez, los mismos que se opusieron a la autovía de Leizaran. Convendría sacar los papeles en los que, a finales de los 80, decían que la autovía a Pamplona se había diseñado con pendientes, anchuras y cargas que permitiesen el traslado de los tanques de la OTAN del continente a la península, calificándola de infraestructura militar. Me imagino que estos irán ahora por la vieja carretera de Azpiroz, claramente infraestructura civil y no militar. ¡Qué sería de este país si les hubiésemos hecho caso y no hubiese estado el PNV para defender estos proyectos con convicción y coraje¡
Soy consciente de que la esperanza truncada tras el 30 de diciembre dificulta este debate. No soy un ingenuo. Pero no estoy dispuesto a permitir que ETA nos ahogue la capacidad y la iniciativa de hacer política, y tampoco que nos impida a los vascos buscar el autogobierno que este país necesita.

La construcción europea

La sociedad vasca debe participar en todos los debates y en todos los niveles de decisión. También tenemos que ser activos en la política europea y la política internacional. Quiero subrayar el compromiso del PNV, como miembro fundador del Partido Demócrata Europeo, con la construcción europea y el proceso de constitucionalización en Europa. No es sólo una quimera, no es sólo fruto del proyecto de paz que ha alumbrado la construcción europea. No se debe sólo a un proyecto económico de mercado único y moneda única que está detrás del crecimiento y bienestar que estamos viviendo desde hace ya década y media. Es una Europa necesaria para nuestra supervivencia desde el punto de vista de seguridad, libertad y bienestar. Cuando vemos el debate geoestratégico en torno a la energía que estamos viviendo en estos últimos tiempos, las convicciones europeístas se unen a la necesidad de acelerar un proyecto político de integración. El semestre alemán, unido a las elecciones presidenciales francesas, tiene que ser un punto de inflexión para lanzar un debate que nos permita retomar las partes sustanciales del proyecto constitucional europeo. Apostamos por una Europa unida, fuerte, que trabaje codo a codo en la cooperación transatlántica con los Estados Unidos, dando estabilidad a un mundo multipolar, en el que el eje atlántico tiene que continuar siendo un espacio de cooperación privilegiado.

Además, para un país pequeño como el nuestro vivimos una época de oportunidades. Oportunidades que sólo pueden ser aprovechadas si --desde un liderazgo político claro y desde la estabilidad política e institucional-- se apuesta por introducir un reto en la agenda política. El reto de nuestra generación. Hacer de la sociedad vasca un referente lider en creatividad, en innovación, en desarrollar las universidades como polos de talento y tolerancia, por definir la educación integral de las personas como la máxima prioridad de la construcción nacional, por hacer del conjunto de Euskadi un modelo urbano competitivo, por basar nuestro bienestar futuro y nuestro modelo social en una comunidad integrada, con una identidad propia y definida, que apuesta por sus personas. Nuestro mejor activo. Este liderazgo para situar Euskadi en posición de vanguardia en este mundo diferente que se está creando, es el gran reto de la sociedad vasca, que el PNV está dispuesto a asumir, desde su responsabilidad institucional: Gobierno vasco y las Diputaciones Forales y ayuntamientos que serán elegidos en mayo.

El mundo está cambiando. Hoy en día hacen en China o en Polonia muchas de las cosas que hacemos aquí. Nuestra industria es y ha sido la base de nuestra fuerza económica y de nuestro bienestar actual. Dentro de cinco o seis años nuestra industria no va a poder hacer muchas de las cosas que ahora se fabrican aquí. O espabilamos, nos movilizamos como país, o pueden venir malos tiempos. Nuestro bienestar actual no es para siempre. Necesitamos una gran movilización social por la investigación, la tecnología, la ciencia, la universidad, la creatividad y la innovación. Sólo así podremos hacer dentro de seis o siete años lo que los chinos o los hindúes no puedan hacer todavía. Y tendremos trabajo para todos. Y para plantearnos estos retos, sólo hay una receta, apostar por nuestras personas y su creatividad.

Una sociedad de valores

Para hacer frente a este reto, necesitamos incorporar nuestra identidad, nuestra forma de ser, nuestras virtudes tradicionales, aquello que nos ha caracterizado históricamente a los vascos a las realidades actuales, al tiempo que incorporamos nuevos valores.

Hacer frente a este reto supone implicarnos en construir una sociedad vasca innovadora, capaz de adelantarse a los cambios, basada en personas formadas que conozcan la importancia del trabajo bien hecho, con fuerte sentido de identidad de lo que nos es propio, con pertenencia a una comunidad que se implica en la solidaridad activa a todos los miembros de la misma y que comparte un proyecto a largo plazo. Una Euskadi cohesionada, cuyo proyecto compartamos gentes de diferentes sensibilidades; gente abierta al mundo, abierta a la diferencia creativa, capaz de atraer a personas de otros lugares que quieran desarrollar su talento y su creatividad entre nosotros. Que se sientan atraídos por ser vascos con nosotros. Garantizar la pervivencia y el desarrollo de Euskadi en el siglo XXI supone ser capaces de que los valores que identifican a los vascos y desarrollamos los vascos sean atractivos para aquellos que quieran compartir su vida con nosotros. Ser atractivos debe ser el objetivo fundamental de nuestra generación. La garantía del éxito de nuestro proyecto.

Una Euskadi con personas formadas, que priorice la educación a lo largo de todas las etapas de la vida, en un mundo en el que el capital humano constituye ya la única garantía de generar conocimiento, desarrollo y bienestar. Una educación basada en valores, que tenga por objetivo la formación integral de las personas, con el objetivo de crear una red de profesionales definidos por el valor del trabajo bien hecho.
En definitiva, queremos liderar un gran acuerdo social. El "contrato social vasco", para una apuesta compartida. La de hacer de Euskadi un referente líder en creatividad, en innovación a través de un gran proyecto movilizador que apueste por la educación integral de las personas como la máxima prioridad de la construcción nacional, y por la innovación como gran reto social. Acuerdo entre partidos y acuerdo social. La apuesta por las personas es nuestro mejor activo. Y la única que puede permitir que nuestros hijos e hijas disfruten de estándares de vida superiores a los que nosotros estamos viviendo.

Quiero terminar mi intervención, con un verso del poeta Orixe, que evoca precisamente la vocación de permanencia de un pueblo, el nuestro, y del necesario compromiso de la generación actual con ese futuro:

GEROAK ESAN BEZA
“HERRI BAT IZAN ZAN”
EDO TA HATS EMAIOGUN
HONTAN IRAUN DEZAN

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