“El tren de la reivindicación del derecho a decidir, del reconocimiento de una identidad propia y de soberanía compartida que propugna una parte muy importante de la sociedad vasca no se va a detener porque se mire hacia otro lado”. Ausencia total de la violencia, respeto con el discrepante, foros de diálogo, puntos de encuentro, consulta popular, pacto con el estado, respeto a lo construido hasta ahora, búsqueda de puntos de encuentro, tolerancia con el otro, aceptación por todos de la voluntad mayoritaria de la ciudadanía vasca y de su derecho a decidir. Palabra, respeto, razones y urnas. Esas fueron, hace casi cinco años, las claves de la declaración del Lehendakari en el Club Siglo XXI de Madrid el 23 de Marzo del 2000, titulado “Euskadi-España ante el Siglo XXI. Un punto de encuentro para convivir”, cuando propuso ante los que tuvieron a bien oírlo un pacto de estado que permitiera un nuevo marco basado en los derechos históricos. Claves que se condensan en afirmar que el camino a recorrer pasa, en definitiva, por reconocer la personalidad de la sociedad vasca para definirse a sí misma estableciendo una relación de convivencia amable con el estado, basada en la libre adhesión y en el respeto mutuo. Nadie debe abjurar de nada por compartir mesa. Ni los partidos de ámbito estatal tendrán que abandonar su concepto de España, ni a los partidos nacionalistas vascos, obviamente, se les sugerirá la conveniencia de que dejen de serlo. La realidad es la que es. Para unos y otros. Vascos y Españoles. Nacionalistas de naciones-estados y nacionalistas de naciones sin estado.
Desde diferentes sectores de opinión y fuerzas políticas ha sido un discurso manido achacar al nacionalismo vasco el vivir fuera de tiempo, el resistirse a ocupar su lugar en el desván de la historia, al ser el nacionalismo un fenómeno decimonónico que perdió su batalla en el tiempo, su oportunidad histórica de constituirse en Estado cuando lo hacían los demás nacionalismos de la mano de las burguesías nacionales en Europa. Pero la historia última ha demostrado que lo arraigado y lo profundo subsiste más allá de las descalificaciones y de las varias manipulaciones ideológicas. El nacionalismo sigue siendo, para bien-mal, un fenómeno universal-cercano en el tiempo, todos en distinta graduación son-somos nacionalistas, Vascos, Catalanes, Gallegos Españoles, Irlandeses, Escoceses, Galeses, Ingleses, Rusos y Chechenios, Palestinos e Israelíes, Saharauís y Marroquíes, Franceses y ciudadanos de Córcega. Véase la recientísima historia de Québec, Timor, Kurdistán, Croacia, Bosnia, Sarajevo, Kosovo, (¿Montenegro?) Estonia, Lituania, Letonia, Eritrea, Eslovenia, Croacia, Bosnia, R. Checa, Eslovaquia o simplemente la desintegración territorial de la ex URRSS en múltiples estados, compárese un mapa político actual desde la península Ibérica hasta los Urales con el de hace no más de diez años...
En democracia, todas las ideas y opciones, incluidos nuevos marcos de relación con el Estado, se deben poder defender con legitimidad política y normalidad social, con respeto intelectual, sin linchamientos mediáticos ni barajas trucadas. Con la palabra, razones y ante las urnas, sin tutelas ni imposiciones. Así, para los nacionalistas vascos el derecho a decidir es un derecho inalienable, no otorgado, evidente e inherente a la democracia y a la voluntad de los ciudadanos. Es más, negar el ejercicio del derecho a decidir es vulnerar un derecho recogido en la Carta de las Naciones Unidas y el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos de la ONU. Admitiendo que las leyes y marcos políticos, sea cual sea su origen histórico, adquieren significado realmente democrático en el instante que pueden ser reformados, adecuados o incluso cambiados, por la voluntad mayoritaria de la sociedad a la que sirven, procédase por lo tanto a adecuar, reformar y cambiar leyes y marcos políticos e institucionales al democrático y supremo imperio de las decisiones y voluntades mayoritarias imperantes, en la sociedad vasca, sujeto en la toma de decisiones que le impliquen su presente y su futuro. Sin iras ni tutelas, en contra de nadie, en positivo, sin imponer ni vetar, decidiendo y pactando, reconociendo la identidad propia de los vascos y a Euskadi como Nación, sin mirar hacia otro lado, buscando un sitio en las llanuras de las soberanías compartidas, apelando a las libres adhesiones, rechazando las imposiciones y los vetos. Apelando a la solidaridad y al trabajo en común, siendo ambiciosos y cautos, imaginativos y realistas, vascos y ciudadanos de Europa y del mundo. En definitiva siendo nosotros, pero mirando amigablemente a los ojos de los vecinos.
El gobierno socialista de Zapatero después de la declaración de ETA, tendrá que negociar con ETA lo concerniente a presos y exiliados, tendrá así mismo que conformarse en Euskadi una mesa de partidos. Habrá que recordar también a la enchulada derecha española la hemeroteca del ABC y del MUNDO en tiempos de Aznar calificando de “valiente paso hacia la paz” la autorización del presidente Aznar (quien reza a Dios para que no se esté negociando la autodeterminación) a entablar conversaciones con ETA, amén de calificar el futuro de las conversaciones del 98 como de “...Horizontes de esperanza () Aznar mueve ficha () Procuraremos no perjudicar el proceso, mediante un muy prudente y sereno ejercicio de nuestro derecho a informar y opinar. Nunca pondremos en riesgo la posibilidad cierta de un País Vasco libre y en paz a cambio de la satisfacción efímera de una portada de tan seguro como fácil impacto () El gobierno no quiere entrar en detalles y se entiende () Abrir contactos era lo que había que hacer porque así lo establece el punto 10 del pacto de Ajuria Enea...”.
Será hora de parar la noria y montarse en el tren del futuro y de la historia compartida. Dispuestos a reconocer que es legítima la opinión del otro, y desde la diferencia aceptar procedimientos comunes de resolución del conflicto, de la búsqueda de un futuro sin violencia y sin que nadie renuncie a su proyecto político. Realmente, aquí y ahora, no veo más que mayorías políticas lo más transversales y plurales posibles respetuosas siempre con el sentir mayoritario nacionalista de la sociedad vasca y que además concite mayores adhesiones que las anteriormente logradas, la alcanzada en la consulta del Estatuto de Autonomía de Gernika. Democracia y negación de la noria, apuesta por el tren, visión de futuro y construcción de nación vasca, ritmos e intensidades en función de las urnas. Quien tenga otra receta posible, factible, ejecutable y realizable fuera de los ámbitos de la lírica y de los contextos, que formule la prosa debida. El derecho a decidir no es ningún espantajo, se podrán, obviamente concretar los términos del ejercicio de dicho derecho, pero para un nacionalista vasco el ejercicio del mismo es irrenunciable, pactable y negociable sí, renunciable jamás, porque su renuncia supondría negar la propia existencia de Euskadi como nación con voluntad de ser y decidir. Por ello, y así lo creo, la normalización política de y en Euskadi pasará por alcanzar algún pacto o acuerdo sobre el derecho de los vascos a decidir su futuro, de acordar el derecho irrenunciable de Euskadi a autodeterminarse. Y un reto a unos y otros, quien desde el respeto a lo construido hasta ahora (lo “otro” no me sirve) tenga otra propuesta mejor, una partitura diferente, quien crea poder proponer un camino a recorrer alternativo al diálogo y al respeto entre todos, que lo haga a saber.