Opinión
24Febrero
2006
24 |
Opinión

Pongamos que hablo...de esperanzas

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Febrero 24 | 2006 |
Opinión

Euskadi, la nación vasca, la construimos con el trabajo cotidiano y diario de todos y todas, cada día. La hacemos más y mejor uniendo voluntades e integrando todas las voces en torno a un proyecto común. No hay otra manera, porque la formación de las naciones es un proceso abierto que depende en gran medida de las voluntades de sus ciudadanos y ciudadanas. Euskadi está viviendo momentos políticamente esperanzadores y ello afecta al conjunto de la sociedad vasca. Una sociedad imperiosamente necesitada de desarrollar un proceso que normalice definitivamente la convivencia política entre vascos dispares y que busque, logre y gestione con eficacia definitiva la construcción de un escenario de paz, pues sin él es imposible construir futuro político alguno. Será inevitable utilizar gran tiento para promover y fomentar las relaciones entre las diferentes partes integrantes de la sociedad vasca en su conjunto en la búsqueda de ese objetivo. Deberá quedar clara la utilización exclusiva de procedimientos democráticos que supongan la aceptación por parte de todos de la voluntad expresada por nuestra sociedad fomentando para ello la colaboración de todas las fuerzas políticas vascas. Todas, y si no es posible, la grandísima mayoría. Procederá en justicia y lealtad democrática recíproca exigir respeto para los vascos que quieren sólo vascos y para los que quieren ser además españoles. Es decir, habrá que avanzar a partir de la libre decisión de todos los vascos y se tendrán que respetar las reglas de juego, por parte de todos. Procederá tender la mano y estrecharla sin amagos. Se eliminará y desterrará la violencia, ETA será historia.
Se mirará al futuro humanizando progresivamente el nudo que nos atenaza política y humanamente. Urgirá atender a todas, todas, las víctimas de todas, subrayo todas, las violencias que ha habido históricamente desde hace demasiadas decenas de años a lo largo y ancho de esta Euskadi nuestra. Jamás se las olvidará, a ninguna, repito a ninguna, ni a las de hace poco, ni a las de hace mucho-demasiado, casi setenta años. Se aceptará con naturalidad que el nacionalismo vasco responde a la voluntad de amplias capas de la sociedad vasca. No deberá haber problema en abordar con naturalidad el que pueda haber percepciones y voluntades diferentes en aspectos jurídicos y políticos que contemplen cuestiones tan enredadas históricamente entre “lo vasco”, y el concepto unívoco de la España Constitucional. Se censurará el bochornoso tratamiento mediático que a menudo se le ha aplicado al nacionalismo vasco mezclándolo perversamente con la violencia y lo retrógrado. Se percibirá con total normalidad que puede haber percepciones diferentes, todas legítimas y con el mismo calado democrático, en referencia a aspectos socio-políticos que definen los diferentes grados de conciencia nacional vasca, española o vasco-española No se insultará ni satanizará, no se calumniará ni denostará, y así historiadores, políticos, periodistas, tertulianos, intelectuales, sociólogos y un largo etc hablarán con rigor, propiedad y respeto sobre Euskadi y los ciudadanos vascos, nacionalistas o no. Ya no habrá más presos políticos, ni sospecha alguna de torturas en dependencias policiales, y sobre todo no hará falta escribir sobre estas cosas nunca más, no hará falta soñar sueños de este color, no habrá que mirar más si se entreabre o no la ventana a la esperanza.
 
Aparecerán entonces en toda su dimensión real los problemas inherentes a la sociedad que nos ha tocado vivir y que construimos día a día: paro y vivienda, inmigración y marginación, sanidad y educación, innovación y tecnologías, juventud y tercera edad, ocio, igualdad de oportunidades, violencia de género, infraestructuras, transporte, movilidad y medio ambiente, Europa y un muy largo etc. Los políticos vascos se centrarán en ello y para ello tenemos todos la obligación de lograr el triunfo de la política como instrumento para la resolución de nuestras discrepancias políticas, por profundas, antagónicas y severas que sean, que lo son. Reformando lo que haya que reformar si es lo que la sociedad vasca mayoritariamente así lo demanda.
 
Buscaremos hasta encontrar entre todos nuevos espacios de encuentro. Se respetará la palabra y la voluntad mayoritaria democráticamente expresada por la sociedad vasca, decidiendo, acordando, negociando y pactando, en primer lugar aquí y entre nosotros, vascos y vascas, nacionalistas y no nacionalistas, en Madrid y con el estado después. Se deberá de buscar, encontrar y negociar el consenso entre los partidos acerca del derecho a decidir de la sociedad vasca, nada se impondrá en Euskadi pero tampoco nada se impedirá ni vetará en Madrid. Es decir un acuerdo entre partidos vascos que cierre definitivamente el contencioso Euskadi-España no será adulterado ni invalidado en el Congreso de Diputados de España, al contrario los representantes de la ciudadanía española harán gala de madurez democrática y darán por bueno el acuerdo sensato logrado entre los vascos, con pragmatismo, sin confundir los principios con la coyuntura, caminando con paso de buey que bordea la montaña camino de la cima, porque no se trata de dilucidar todas las mañanas ante el espejo quién es capaz de subir más el diapasón lírico abertzale, se trata de seguir entre todos acumulando, avanzando, construyendo y mejorando solidariamente nación vasca, en paz, sin violencia, con normalidad y con altura de miras. Lo máximo no podrá convertirse en enemigo de lo bueno, ni lo óptimo de lo posible, se tratará de usar la cabeza fría y la inteligencia política, de mejorar y perfeccionar lo presente. (“No temo a los tigres, pero siento horror a las corrientes de aire, ¿No tendrías un biombo?” es un diálogo supuestamente absurdo del “El Principito” de A. de Saint Exupéry”...  la poesía es hermosa, tiene su escenario y éste pocas veces coincide con el ruedo de la política).
 
Un cantante euskaldun hace ya muchos años (quizás desgraciada e inútilmente demasiados) componía una canción con una letra añoradora de la esperanza que se deseaba que se abriese en esta tierra vasca por aquellos entonces, hablaba de que le habían dicho que el amigo de un conocido sabía de buena tinta que se estaba abriendo una ventana a la esperanza: “Itxaropenari lehio bat ireki omen diote.” algo así como ¿será cierto que han abierto una ventana a la esperanza?.
 
Ojalá sea verdad y que la buena nueva y el ansiado proceso en la búsqueda de un nuevo paisaje sociopolítico, ético y humano se concrete más pronto que tarde sin involución alguna posible. El transcurrir de la historia, el desarrollo de su cronología, tiene sus leyes, son inapelables en cuanto a la necesidad de estar, coincidir y decidir en el momento oportuno. Quizás estemos en el lugar adecuado y en el momento exacto. No sería de recibo perder esta oportunidad y lo lamentaríamos todos, serían ya suspiros baldíos, parecida al agua pasada que ya no mueve molino alguno. Discreción y buena cocina, responsabilidad y altura de miras, eficacia y mucha suerte. Que falta hará. Estimo que es preferible marcar liderazgo y mancharse... antes que defraudar. No es la hora de los incompetentes, ni de los vendedores de humo. Nuestros mayores, nuestros padres y madres, nuestros abuelos y abuelas y en épocas muchísimas más difíciles y oscuras lo lograron con audacia y coraje, y avanzando con fe y confianza en sí mismos construyeron este nuestro presente. Mejoremos este su legado para nuestros hijos e hijas, nietos y nietas para que ellos y ellas puedan hablar de nosotros en parecidos términos en el futuro que les toque vivir. Es al menos lo que yo honestamente pienso.

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