Opinión
12Diciembre
2005
12 |
Opinión

Tony Blair y lo educativo

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Diciembre 12 | 2005 |
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Richard Hatcher es director de Investigaciones de la Facultad de Ciencias de la Educación en la Universidad de Birminghan y ha escrito una serie de trabajos referentes a la educación en Inglaterra. Escocia y Gales se rigen por sistemas educativos autónomos. En marzo de 2000, el Consejo Europeo de Lisboa fijó como principal objetivo de la política de la UE en materia educativa producir un capital humano rentable al servicio de la competitividad económica. En Inglaterra, utilizando como base los cimientos que dejó Thatcher, el Gobierno laborista de Blair ha utilizado tres nuevas palancas para reformar lo educativo.
Una está constituida por agencias gubernamentales que efectúan exhaustivas inspecciones en los centros y están encargadas de supervisar la formación inicial y continua de los maestros. Otra tiene el objetivo de reciclar directores y responsables de escuelas secundarias para convertirlos en cuadros directivos fuertemente comprometidos con los objetivos gubernamentales. La tercera, el sector privado, que en 1998 -un año después de la llegada al poder de Blair- fue descrito como capaz, entre todos, de dirigir el cambio y la innovación, según las palabras de Michael Barber, asesor gubernamental en cuestiones educativas. Siete años más tarde, afirma Richard Hatcher, se puede constatar realmente que las sociedades y empresarios privados, actuando a título lucrativo o gratuito, son hoy en día los actores centrales del sistema educativo: el Gobierno se apoya en ellos, ya se trate de métodos pedagógicos, de programas o de la administración de los establecimientos.

En lo que respecta a los métodos, se ha firmado un contrato de cinco años con Capita, la principal sociedad de "negocios de la educación". Sus intenciones son emplear varios miles de asesores para instaurar sesiones de formación y aconsejar a los maestros sobre la manera de aplicar la Estrategia Nacional para el Aprendizaje de la Lecto-Escritura y el Cálculo en la Enseñanza Primaria y en la Enseñanza Secundaria. El papel central que desempeña el sector privado en este "management" se pone también de manifiesto en la asignación a los docentes de salarios según el mérito. Se han firmado contratos por cientos de millones de libras esterlinas con muchas sociedades con el fin de elaborar criterios de evaluación del trabajo de los maestros, así como para reclutar consultores encargados de capacitar a los directivos de los centros para que evalúen a sus docentes, e incluso evaluar a esos mismos directivos y asegurarse así de que cumplen "correctamente" su trabajo.

Otra cuestión es la privatización de los servicios brindados a los establecimientos, de los que muchos son responsabilidad de las Autoridades Locales de Educación (ALE). Esos servicios comprenden desde los comedores escolares al mantenimiento de los edificios, pasando por prestaciones como son los formadores especializados o asesores pedagógicos. Los ALE son departamentos encargados de la educación en las colectividades locales, cada una de las cuales comprende una ciudad o condado, a excepción de Londres, que posee 33.

La política del Gobierno de Tony Blair consiste en obligar a los ALE a transferir la casi totalidad de sus presupuestos al sector privado. El Gobierno, además, ha venido adoptando una estrategia suplementaria para hacer que cada empresa sea el motor del cambio del sistema educativo: es el mecenazgo, es el apadrinamiento de establecimientos "especializados". Se trata de colegios o escuelas secundarias (11-16 años ó 11-18 años) que, además de la enseñanza del Plan de Estudios Nacional, se especializan en alguna disciplina como artes, ciencias, lenguas modernas o "negocios y empresas".

Los colegios deben responder a la diversidad de "aptitudes" de los alumnos por medio de una panoplia de posibles elecciones. La mayoría de los docentes no están muy convencidos, pero más de la mitad de los centros de secundaria -seducidos por la perspectiva de recibir créditos gubernamentales suplementarios- se han transformado en "especializados". El Gobierno de Tony Blair tiene la intención de que finalmente todos los centros se transformen en "especializados". Lo curioso es que para adquirir ese estatus deben obtener 71.000 euros de fuentes externas, en particular de empresas. Así, este dispositivo cumple dos funciones: estimular el espíritu empresarial en la gestión de centros y vincular más estos últimos al mundo de la empresa.

La otra forma es la de mecenazgo, que concierne a las "academias". Éstas son nuevos establecimientos estatales de secundaria creados en zonas socialmente desfavorecidas que están directamente financiados por el Gobierno, pero dotados de un marco legislativo que regula los centros privados de manera que escapan a las reglas a las que están sujetos los otros centros públicos, que son competencias de los ALE y que disponen de total libertad en materia de programas. Los mecenas tienen que pagar el 20% del coste del activo y el Gobierno provee el resto del coste de construcción, es decir, más que para una escuela común. Tanto el terreno como el edificio de las escuelas públicas ya existentes, que en la actualidad son propiedad de la colectividad local, se transfieren a la "nueva academia", lo que permite a los patrocinadores adquirirlos al 20% de su valor y, así, el patrocinador puede nombrar a la mayoría de los miembros del consejo de administración y controlar el centro mediante la promoción de los docentes. Sucede que al abrirse la educación pública al sector privado parece deducirse que verdaderamente lo que pueda interesar al Gobierno inglés son precisamente las empresas pertenecientes a sectores económicos muy poderosos. A éstos correspondería la formación del capital humano. Así, el libro blanco de los alumnos de 14-19 años que el Gobierno publicó en febrero corresponde a esta premisa; en lugar de mantener un tronco hasta los 16 años, prevé una orientación hacia enseñanzas profesionales a los 14 y bajo la dirección del empresariado.

Esta reforma será remitida por Tony Blair al Parlamento a comienzos del 2006. El temor a una estratificación mayor de la enseñanza, a una doble velocidad en lo educativo y a una marginación de los sectores menos favorecidos flota en el ambiente. El ala izquierda laborista y los sindicatos ven con escepticismo y desconfianza esta reforma, antesala y preludio -dicen- de una privatización solapada de la enseñanza. Tony Blair, mientras, quiere ser coherente con aquella promesa que repitió machaconamente hace ocho años: «Educación, educación y educación: éstas son mis tres prioridades». La propia Iglesia anglicana y la misma Microsoft han entrado en la cuestión.

Mientras, en España la LOE es titular diario controvertido y de muy alto voltaje entre el PSOE, el PP y los partidos nacionalistas. En Francia, el primer ministro Villepin, aturdido a raíz de la rebelión de los barrios periféricos de inmigrantes pobres en las grandes ciudades, quiere implicar en la lucha contra el fracaso escolar a la propia familia definiendo la escuela como «Le lieu de rendez-vous de la République».Y aquí, en Euskadi, los modelos educativos (A, B y D) son objeto de un reto, de una profunda, serena y necesariamente consensuada y acordada reflexión.

Cara y cruz, luces y sombras de una misma moneda: lo educativo en continua interacción dialéctica con el cambio de los tiempos y con el devenir de las sociedades. Aquí y más allá, antes, ahora y mañana. Así ha sido, es y será. En parte es inevitable.

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