Sin embargo, en esta oleada, el dato que más se ha destacado ha sido el del respaldo a las diferentes fórmulas de gobierno. Así, mientras que la que tendría una mayor respaldo, según el Euskobarómetro, sería una coalición PNV-EA con el PSOE (seguida de cerca por un Gobierno "de nacionalistas": suponemos que, al PCTV lo considera Llera "nacionalista"), la que menos, es el actual tripartito. Esto, por ejemplo, hizo concluir a Pastor, secretario del PSOE en Bizkaia, que es la demostración a la estrategia de "políticas transversales" y de "acuerdos" que practica su partido. Sorprendente afirmación si tenemos en cuenta que el PSE-PSOE mantiene acuerdos antinacionalistas en Santurtzi, Portugalete, Andoain o en el Territorio Histórico de Álava. Pero, aún habría de llegar una sorpresa mayor.
El pasado lunes 18 de julio, Ramón Jáuregui publicaba un artículo titulado "Incertidumbres", centrado en el nuevo Gobierno vasco. Analicemos algunas de sus afirmaciones:
Dice Jáuregui: "han pactado la investidura de EHAK, lo que añade mayor radicalidad nacionalista a sus fracasados planes", cuando, siempre según el político renteriano, podría haberse formado "un gobierno de coalición mayoritario PNV-EA apoyado por el PSE sobre un pacto de legislatura". ¡Ahí va! ¿Cómo sería esto último?: "Un pacto que estableciera grandes líneas de acción política en la búsqueda conjunta del final de la violencia y en la definición jurídico-política del marco autonómico reformulado en el contexto de la reforma que ha abordado el Gobierno Zapatero. Un pacto de reconducción y de rectificación suave de la política vasca de los últimos ocho años y de lealtad y confianza del Gobierno vasco con el Gobierno del Estado en esta etapa de delicadas y complejas decisiones hacia la paz". Una de las conclusiones del socialista es que ‘‘esto no se hizo porque el PNV no ha querido".
Aceptemos que el PNV pactó la investidura de Ibarretxe con EHAK. Partiendo del hecho que los "comunistas de las tierras vascas" es también un instrumento del PSOE para poner al PNV "frente a sus contradicciones", con el veto socialista a Atutxa (apoyándose, por cierto, en los votos de EHAK) y la contumacia en mantener la candidatura imposible de Patxi López, dejaba a los nacionalistas poquitas salidas. Por lo que se refiere al "final de la violencia", la propuesta de Jáuregui parece, más que sensata, imprescindible. Sin embargo, hace no muchos días, José Antonio Pastor advertía a Ibarretxe que este asunto era competencia exclusiva de Zapatero. Está bien. Imaginemos que la réplica fuese, ¿quién será el único padre del fracaso?
La otra parte no se entiende bien: "La definición jurídico-política del marco autonómico reformulado en el contexto de la reforma que ha abordado el Gobierno Zapatero". Esto suena a algo así como, "o el PNV traga la "reformulación" tal y como la planteamos, o nada". Es decir, pura imposición en unos momentos en los que el Gobierno vasco pide al PSOE y al Gobierno central que cumpla sus compromisos. En este punto sería bueno recordar algunas cuestiones.
En 1979, todas las fuerzas políticas vascas, excepto HB, pactaron un texto de Estatuto de Autonomía. En el pacto estaban la UCD, entonces gobernante, y el PSOE. Ocurrió que lo acordado por las secciones vascas de ambos partidos fue enmendado por los "jefes de Madrid". En este caso, Abril y Alfonso Guerra. Y así, lo pactado por las fuerzas vascas dentro del marco constitucional sufrió el primer "tajo". El texto resultante se convirtió en la ley orgánica 3/1979 conocida como "Estatuto de Gernika" que, en el momento de escribir estas líneas, 19 de julio de 2005, sigue sin estar cumplido. Desde el mismo momento de su aprobación, los socialistas hicieron todo lo posible para no cumplirlo. A la LOAPA (Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico) siguieron otras leyes orgánicas y de bases, como la del Poder Judicial, que seguían con el proceso de desgaste inaugurado por Abril Martorell y Guerra. Aún así, en 1988, el PSOE volvió a pactar la plenitud estatutaria en el llamado "Pacto de Ajuria Enea" (artículo 2: aquí si se unía normalización y paz), pacto que volvió a incumplir. En definitiva, los pactos autonómicos con el PSOE son la definición misma de la incertidumbre y, desde luego, el antídoto contra la confianza. Como ha repetido Josu Jon Imaz, el suelo para hacer creíble cualquier alternativa presentada por los socialistas, está en la plenitud del texto de Gernika (incluidos los artículos 10 y 18). Cualquier "reformulación" creíble, primero, pasa por mucho más autogobierno. En segundo lugar, por el blindaje del pacto, porque ya se sabe. En 1839 comenzaron las leyes de los "sin prejuicios" y estamos donde estamos.
Hay algo en el artículo de Ramón que es como una especie de mantra: lo del PNV y Lizarra. En este punto hay que recordar dos cosas. Primera, antes de llegar a Lizarra, el propio Ramón Jáuregui predicaba el "posnacionalismo" y la sección alavesa de su partido había roto unilateralmente el pacto tripartito en aquel territorio. Había llegado el momento de ocupar el poder (eso sí, que lo ocupe cualquiera menos el PNV). Luego está lo de la famosa división del PNV. Si Ramón piensa que esto es así... él sabrá. El espectáculo que nos están ofreciendo algunos correligionarios suyos (Chaves, Guerra, Bono, Ibarra,...) en torno al debate sobre el Estatuto catalán no da, precisamente, sensación de unidad. El último número de "El Siglo", una revista más que cercana al PSOE, dedica su portada a Alfonso Guerra con el siguiente corolario: "su retorno a la escena política activa se mira con inquietud desde Moncloa".
Los mensajes que llegan desde el PSOE no son precisamente ni de "acuerdo", ni de "transversalidad". Más bien lo contrario. Sugiero al lector que repase de nuevo las intervenciones de José Antonio Pastor durante el debate de investidura. Y, por si suena la flauta, repasen el periódico de mañana por si en Santurtzi o en el palacio foral de araba el máximo mandatario es abertzale. Sobre lo de cumplir sus propios acuerdos: esto ahora no, esto hay que negociarlo, el fin, lo de siempre. Quizá porque, como recordaban Unzueta y Barbería en su último libro, hay autonomía porque hay nacionalismo. Para el PSOE, la autonomía no es más que un engorro. Lo que explique esos índices del respaldo a un texto en el que muy pocos creen, porque el Estatuto de Gernika lo consideran como una cosa de nacionalistas.
Tal y como yo lo veo: incertidumbre es la sensación que sigue a sellar un pacto con el PSOE.