Opinión
21Enero
2005
21 |
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¿Por qué se niegan a dialogar?

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Enero 21 | 2005 |
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Juan José Ibarretxe

Opinión

El Pais


El acuerdo logrado entre el Gobierno del PSOE y el PP con el fin de que estos dos partidos establezcan, única y exclusivamente, cómo debe ser el Estado, cuál debe ser su organización y cuál es el autogobierno que deben tener los ciudadanos arroja dos conclusiones. Una, que el Gobierno del señor Zapatero ha preferido el camino del pacto con el PP que la senda del diálogo y negociación ofrecida por las instituciones vascas para buscar un consenso y un punto de encuentro. Otra, segunda, que se le dice a los ciudadanos, y a los vascos en particular, que el autogobierno que vayan a tener no lo decidirán democráticamente ellos sino el PP y el PSOE en Madrid, de forma unilateral y, por lo tanto, al margen de las instituciones y de la voluntad democrática de todos los demás.

El presidente Zapatero y Rajoy saludaron el acuerdo afirmando que se ha abierto un nuevo tiempo. En realidad de nuevo no tiene nada, porque el acuerdo es una repetición de lo que muchas personas consideramos un error histórico. Estamos, pues, ante una disyuntiva: construir la historia o repetir la historia.

 

La transición política tras la muerte de Franco (a los responsables de la dictadura jamás se les ha reclamado perdón alguno y hoy se pasean con banderas de la Falange frente al Congreso de los Diputados llamando asesino al presidente del Parlamento vasco) trajo un consenso sobre el autogobierno vasco que AP y Batasuna no respaldaron ni compartieron. Se plasmó en el Estatuto de Gernika, se aprobó en las instituciones vascas, en las Cortes y se refrendó democráticamente.

 

La ilusión y el bienestar que ha supuesto la parte desarrollada del Estatuto hace aún más sonora la denuncia de su flagrante incumplimiento. No se ha cumplido y han transcurrido 25 años desde entonces. ¿Este incumplimiento que acordaron el PP y el PSOE en los Pactos Autonómicos, tras el golpe de Estado del 23-F, es o no es un incumplimiento de la Constitución? ¿La definición del autogobierno para Euskadi, al margen de la voluntad democrática que expresaron los vascos, es o no es una ruptura unilateral de las reglas del juego? La respuesta que oímos todos los días a estos interrogantes es nuevamente que “no”. Todo esto es y se pone como ejemplo de comportamientos políticos que cumplen con las leyes, respetan las reglas del juego, respetan la Constitución y el Estatuto, cuando no, en un arranque de exaltación, afirman que representan el paradigma de la razón democrática.

 

Oír, por lo demás, cómo se afirma con desparpajo que la decisión tomada por el Parlamento Vasco tras un debate que el Tribunal Constitucional definió como legítimo y democrático supone romper el pacto que expresa el Estatuto de Gernika –cuando PP y PSOE pactaron incumplirlo deliberada y unilateralmente- deja el ejercicio de las libertades y de la democracia en el Estado español por debajo de lo simplemente admisible por cualquier demócrata.

 

En el País Vasco se abrió tras las elecciones del 2001 un debate democrático sobre el autogobierno y su reforma. PP y PSOE han mantenido en el Parlamento Vasco una actitud de obstrucción y bloqueo permanente, y han llegado incluso a paralizar la vida parlamentaria organizando un boicot junto con Batasuna. Estos tres grupos, PP, PSOE y Batasuna, han unido sus votos de forma permanente para derrotar en el Parlamento Vasco al Gobierno, ya que la suma de los votos es imprescindible para superar el apoyo parlamentario del Ejecutivo. Jamás nadie ha dicho que todas estas votaciones -85 veces en el pleno a lo largo de la legislatura- hayan sido ilegítimas por la presencia en todas ellas de 6 parlamentarios de Batasuna. Como jamás nadie hubiera titulado en periódico o medio de comunicación alguno, que “el Parlamento Vasco rechaza el plan Ibarretxe con los votos de Batasuna”. Quienes ahora dicen que la decisión del Parlamento “rinde servicio a ETA” no hubieran dicho nunca palabra alguna si la propuesta hubiera sido derrotada.

 

Pero el Parlamento Vasco ha tomado por mayoría absoluta una decisión que pocos esperaban, a juzgar por las nerviosas reacciones de políticos y medios de comunicación. Pero ello no le quita un ápice de legitimidad democrática a esta decisión, como tampoco se la hubiera quitado si la decisión hubiese sido justamente la contraria. Durante cuatro años de trabajos, PP y PSOE no han presentado idea alguna en el Parlamento para su debate y discusión y se han negado permanentemente a dialogar para intentar, al menos, lograr un punto de encuentro. Quien no ha presentado sus ideas es porque no ha querido, así que resulta pueril llegar a la conclusión de que en un sistema democrático las ideas se debaten en los medios de comunicación –plan Guevara- y no en las instituciones que representan al pueblo. A nos ser que la conclusión sea no entrar en debate democrático alguno en las instituciones  porque nos llevaría  a tener que reconocer que las ideas del PP y del PSOE en Euskadi no consiguen el respaldo mayoritario de los ciudadanos.

 

Como lehendakari he ofrecido al presidente Zapatero iniciar un camino de negociación y, por lo tanto, de encuentro tras la aprobación en el Parlamento Vasco del Nuevo Estatuto Político para Euskadi. Y lo hice por una razón bien simple: solo hay un camino: hablar y dialogar. ¿Hay otro camino que no pase por el diálogo y la negociación? Al parecer sí lo hay. Este nuevo tiempo o camino pasa por decir “no” al diálogo y a la negociación con las instituciones que representan a los vascos y pasa por el pacto y el acuerdo entre el PP y el PSOE para imponer a las mismas sus ideas. Pasa, en definitiva y al parecer, por no respetar la decisión democrática de las instituciones que representan al pueblo vasco y por establecer sobre ellas la voluntad política del PP y del PSOE desde Madrid. Como se ve todo ello muy democrático y muy ejemplarizante. ¿Exportará el señor Zapatero este modelo de resolución de problemas políticos al primer ministro de Canadá? Quizá le quite muchos dolores de cabeza y, de paso, trabajo al Tribunal Constitucional del este país. Puede hacerlo también en Marruecos para solucionar el conflicto del Sáhara o en irlanda para demostrarles que tomaron un camino equivocado y que los conflictos se solucionan de otra forma.

 

He repetido en múltiples ocasiones que si abordamos con valentía política la negociación de la propuesta aprobada por el Parlamento Vasco no estamos ante un problema, sino ante una oportunidad. La oportunidad de hablar, de dialogar y de negociar, rechazando el camino de la imposición, del insulto y la descalificación permanente, porque no conduce a parte alguna. La sociedad vasca no está crispada. Somos un pueblo pacífico y trabajador. Vivimos el debate con calma y serenidad. Deseamos, queremos y proponemos diálogo y negociación. Nos han dicho “no” a todo. Declaré tras entrevistarme con el Presidente Zapatero que nuestra mano sigue tendida al diálogo y que no la vamos a dejar de tener tendida. Pero con la misma convicción dije que mientras yo sea lehendakari denunciaré permanentemente que la voluntad democrática de los ciudadanos vascos que viven y trabajan en Euskadi no puede ser sustituida por la voluntad política del PP y del PSOE, se establezca en el Pacto Antiterrorista –reunión del día 28 de diciembre- o en este nueva reedición de los Pactos autonómicos que supusieron quebrar y vulnerar la Constitución, la Ley Orgánica que aprobó el Estatuto de Gernika, y que rompieron el pacto que los vascos establecimos en 1979.

 

Se ha dicho un “no” rotundo. Lo ha expresado el Presidente del Gobierno español y se anuncia otro “no” rotundo, el que ofrecerán las Cortes, negando todo, aún sin dar la más mínima posibilidad al diálogo y la negociación, sea entre los gobiernos o sea entre los parlamentarios. ¡Y bien! ¿Alguien cree que hemos solucionado así las cosas? ¿Alguien piensa en España que esto se solucionará  sin negociar y pactar con las instituciones democráticas de los vascos? Podemos construir la historia o repetir la historia. El Pueblo Vasco siempre ha preferido caminar hacia delante y hoy, como desde 1839 –imposición militar, abolición foral-, seguiremos buscando un camino, construyendo la historia.

 

El pueblo vasco ha sido, es y será un pueblo civilizado. ¿Por qué se niegan a dialogar?

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