Opinión
15Febrero
2011
15 |
Opinión

El pato cojo

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Febrero 15 | 2011 |
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EL presidente de los Estados Unidos de América solo puede ser reelegido en una ocasión, allí existe la limitación legal de dos legislaturas en el poder. Así, cuando tras un primer mandato de cuatro años el presidente es elegido e inicia el segundo, sabe ya que será el último. La población también lo sabe y utiliza el término "lame duck" para referirse a él, es el "pato cojo" cuyo servicio a la nación tiene ya establecida la fecha de finalización. Con esta expresión de la sabiduría popular, más maliciosa que cariñosa, se describe a un mandatario que cuenta con un decreciente margen de maniobra y empieza a carecer de poder político real, la sociedad le observa con menor capacidad y más vulnerable. El fin se acerca inexorable y la gente tiene la impresión de que el presidente cojea, sufre una enfermedad que le ha dañado sus capacidades de locomoción, una enfermedad que es real en el pato y tiene nombre, es la astraxafisis.

Esta es la imagen que me ha venido a la mente cuando he analizado los resultados de la encuesta que el Grupo Noticias ha publicado a dos semanas vista del día 1 de marzo, ecuador de la actual legislatura en el Parlamento Vasco. A partir de hoy el lehendakari López es el "lame duck", la población vasca sabe que no volverá a repetir al frente del Ejecutivo y ya le contempla como el "pato cojo".

La encuesta certifica la recuperación de la normalidad perdida, con tres espacios de voto muy definidos. Por una parte, el bloque constitucionalista que se vuelve a situar ligeramente por debajo del 40% del voto. En segundo lugar, la izquierda abertzale, la legal y la pendiente de legalización, que se acercan al 20%. Y por otra parte, la opción del nacionalismo vasco que representa EAJ/PNV, que con un 36,7% de representación se acerca al restante 40% del voto.

La encuesta no ha podido ser más oportuna, porque pone de manifiesto tres realidades incuestionables. La primera es que en una situación de ausencia de violencia, la sociedad vasca vuelve a situarse en los parámetros electorales de las autonómicas de 1998, en las que el acuerdo de Lizarra dibujó un escenario muy similar al actual. La segunda conclusión es que se afianza la tendencia a la clarificación del panorama político en Euskadi, con un futuro definido por un mapa de cuatro referencias, resultante de los dos ejes de coordenadas, nacional y social, que marcan la realidad política vasca. Y la tercera conclusión es la de mayor calado, el bloque constitucionalista no cuenta con el respaldo social suficiente para mantener su estatus de gobierno ante esta nueva realidad.

Esta es la auténtica aportación de este estudio que pone de manifiesto algo que todos los realizados con anterioridad, Sociómetro y Euskobarómetro incluidos, ya habían apuntado. El pacto PSE-PP no cuenta con el aval de la ciudadanía vasca, no es bien valorado desde su génesis y además la población vuelve a constatar que no funciona, que no responde a los requerimientos del momento económico y político que estamos viviendo. Resultaría determinante que en los cuarteles generales de estos dos partidos, me refiero evidentemente a Ferraz y Génova que es donde se toman las decisiones, analizaran con detenimiento los resultados de esta encuesta. Pueden aplicar el error muestral del "más menos 2,95%", pero comprobarán que en ningún caso cuentan con el respaldo mínimo necesario para mantener el acuerdo estratégico que suscribieron allí para el futuro de aquí, que con tanto alborozo se celebra allí mientras se sobrelleva con incómoda frialdad aquí.

La equivocación garrafal de Madrid fue pensar que la llegada a Ajuria Enea iba a ejercer per se un efecto de cambio en la sociedad vasca, de fortalecimiento paulatino de las posiciones constitucionalistas y de consiguiente debilitamiento de las abertzales. Esto no ha sido así y el "oasis vasco" que soñaron se les está revelando con claridad como un espejismo. Ahora, el problema que afrontan se agrava porque la radiografía social pone de manifiesto que solo la ilegalización de la izquierda abertzale permitirá al eje PSE-PP mantenerse en el poder. Si la sociedad vasca tiene la oportunidad de elegir entre todas las opciones políticas, lo único seguro es que el bloque constitucionalista no dirigirá los destinos de este país. Ergo, si la sociedad vasca no puede elegir entre todas las opciones políticas, lo único seguro es que asignará la razón a una negativa interesada de estos dos partidos, PSE y PP, que se sostienen en el poder mediante la ilegalización calculada de una parte.

Han pasado casi dos años de legislatura y el Gobierno López se enfrenta a la cruda realidad. La población sabe que el paro en Euskadi crece ahora por encima de la media del Estado y que lo mismo ocurre con el endeudamiento público. La población sabe que ninguna de las leyes básicas que el Gobierno comprometió ha sido presentada, en un incumplimiento flagrante de su propio calendario de trabajo. La población vasca sabe que se han reducido las inversiones y que no existe una política económica decidida que permita atisbar la recuperación y la creación de empleo. La sociedad vasca observa a un Gobierno titubeante, sin una base programática sólida; un Gobierno bisoño, envuelto en permanentes cambios de su organigrama ejecutivo; un Gobierno encerrado sobre sí mismo, sin interlocución social, institucional y política, obsesionado con un hipotético problema de comunicación; un Gobierno sin capacidad, sin propuestas ni respuestas a los problemas económicos y a las oportunidades políticas ante las que se ha encontrado. Todo esto es la visión retrospectiva, ahora la sociedad vasca observa además a un lehendakari que sabe que no será reelegido, que sabe que la fórmula PSE-PP, que él negó en campaña y abrazó la misma noche electoral, es ya el pasado de Euskadi y nunca será el futuro. Y la sociedad sabe más, sabe de qué pie cojea un lehendakari López sin programa ni proyecto, sin margen de maniobra ni autonomía, que apuesta por el cojo avance de Euskadi en lugar de atender a la sociedad y curar la astraxafisis que nos atenaza.

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