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2005
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El acuerdo

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Abendua 21 | 2005 |
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Un acuerdo sobre presupuestos firmado por PNV-EA, EB y PSOE y el posible de Aralar representa, en primer lugar, un acontecimiento que rompe una fea tradición padecida, en primer lugar, por la ciudadanía vasca durante demasiado tiempo. Las cuentas de la Comunidad Autónoma recibirá el respaldo de los representantes del 68,9 por ciento de la ciudadanía vasca y, seguramente, será rechazada por el 29,8 por ciento.
Desde el punto de vista social y económico, los últimos acuerdos gestados, sobre todo, por el PNV y por el PSOE van a tener trascendencia para toda una generación

Las reacciones, hasta el momento, ha sido las esperadas: el ataque de celos de Ezker Batua (IU) está dentro del guión. Con una representación autonómica de poco más del 5 por ciento (y un consejero) no puede pretender en modo alguno condicionar la estrategia política de un partido como el PNV que tiene siete veces más representación ciudadana que el grupo de Madrazo. Josu Erkoreka, el portavoz jelkide en el Congreso lo ha dejado meridianamente claro.

El programa de Gobierno pactado, con ser importante, no es una ‘‘verdad revelada’’, especialmente, cuando no cuenta con respaldo suficiente en el Parlamento vasco. Tanto en lo referente a la ‘‘Y’’ vasca, como a los Presupuestos. En la situación actual se impone la negociación, que siempre tiene una parte de cesión. Y, desde luego, en cuestiones como la más importante infraestructura ferroviaria vasca, EB-IU sólo representa a un 5 por ciento de ciudadanos de la CAV. A nadie más.

La postura de EHAK-Batasuna ha sido la habitual: tratar de condicionar al nacionalismo democrático, haciendo palanca en los partidos constitucionalistas. El seguro acuerdo de la mayoría democrática, por un lado, y la situación del proceso de paz, por otro, dejan a esta sector ciudadano en la peor situación de los últimos años. Deben acostumbrarse a actuar como representantes del 12,5 por ciento de los ciudadanos de la CAV (que es, más o menos, lo han venido representando durante la última década en esta parte de Euskadi). Es un porcentaje importante, pero no decisivo. Tras el acuerdo del viernes, parece claro que Batasuna sólo contará de verdad cuando se produzca el cese definitivo de la violencia.

Otra reacción esperada ha sido la del PP (el partido fundado por seis ex ministros de la dictadura y el presidente de los ex combatientes franquistas). Pura demagogia. Y, como no podía ser de otra forma, en su estrategia de cuanto peor, mejor, también en este caso ha sido acompañado por sus plataformas afines (la AVT -que sigue muda ante el boicot del PP al homenaje del concejal donostiarra Tomás Alba o a las nuevas revelaciones sobre el asesinato de Santo Brouard-, el inefable Foro de Ermua o una resucitada ¡Basta Ya!, amén de la Conferencia Episcopal a través de su COPE).

Con los acuerdos de Madrid y Gasteiz, el PNV recupera fuelle e iniciativa, demostrándose como fuerza hegemónica en el campo abertzale e indispensable en la acción democrática vasca. Liberado de la responsabilidad de ser ‘‘colchón de aterrizaje’’ para otros (papel asumido ahora por José Luis Rodríguez Zapatero), recupera, por fin, la plena autonomía a la hora de pactar con quien considera oportuno en cada momento.

Los socialistas han optado por la concertación, olvidándose por fin de la pachanga del posnacionalismo. Ante una derecha desbocada (y cada vez más escorada hacia el extremismo), necesita de las fuerzas democráticas, tanto con esas fuerzas necesitan al PSOE. El pozo negro sigue estando en Araba donde la Diputación sigue gobernada por la segunda fuerza del territorio, el PP de Aznar, con aislar al PNV. Pura contradicción que, seguramente, se reflejará en las urnas.

Volviendo al principio, Juan José Ibarretxe y el PNV han logrado poner de acuerdo a los representantes del 70 por ciento de la ciudadanía vasca, algo que nadie logra en estos lares desde hace más de un lustro.

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