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Entre San Ignacio y San Miguel

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Urria 03 | 2005 |
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El 31 de julio de 2005, el Partido Nacionalista Vasco cumplía ciento diez años de existencia. El presidente del Euzkadi Buru Batzar, Josu Jon Imaz, hacía una llamada apremiante a la reflexión, el debate y la aportación entre y de los militantes de su partido.

Aquel día, Imaz reclamó una Nación Vasca de valores: solidaridad, convivencia, cohesión social, gestión progresista del autogobierno, educación y formación, unidad en la divergencia (también en lo lingüístico), identidad colectiva movilizadora o identidad atractiva y tolerante. Para conseguir todo esto, se proponen dos recetas: escuchar atentamente a la ciudadanía y estar presentes en los espacios, en los ámbitos, en los grupos en los que desarrolla la vida social vasca.

El PNV, a través de su máximo dirigente, volvía a constatar algo evidente y que tantas veces se olvida por parte de todos, no solo de los nacionalistas: la vasca es una sociedad plural que demanda soluciones de fondo. Para conseguir esto, Josu Jon Imaz defiende un acuerdo integrador en la mejor tradición del Partido Nacionalista Vasco. Y concluía: “la política es instrumento de pacificación y normalización sólo cuando se practica sin dogmatismo ni esquemas cerrados, con disposición al compromiso y al acuerdo integrador que está en nuestra mejor tradición”.

En una parte del discurso, Josu Jon habló de “soberanía compartida”. Eso sí, “sin someternos a nadie, sin imponer nada”. Joseba Egibar, en lo que alguno pudo interpretar como disenso, contribuyó a ese debate demandado por la máxima autoridad del Partido, señalando, más o menos, que no se puede compartir lo que no se tiene. Cualquiera que haya seguido su trayectoria desde 1987, se da cuenta que el disenso solo se produce a efectos dialécticos. En su condición de portavoz parlamentario, sin duda ha leído tanto la Propuesta de Estatuto Político (noviembre de 2003), como el texto de la Propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi aprobado por mayoría absoluta del Parlamento Vasco en el Pleno celebrado el 30 de diciembre de 2004. Ambos textos son la articulación del principio de “soberanía compartida”. Basta con repasar el Artículo 45 de Estatuto aprobado por el parlamentos vasco para comprobar lo que decimos.

La cuestión es: ¿ha llegado el momento de la independencia?. El pasado domingo en Foronda, mucha gente llevaba pegatinas con el lema “independencia”. Algunos (seis y cuarto: ya que uno de los más excitados llevaba un niño sobre los hombros) “arrojaron” el grito “independencia” al paso del EBB, dirigiéndolo especialmente a los presidentes del BBB y EBB. La mayoría de los miembros de EAJ-PNV somos independentistas. Pero, también nos gustaría saber cómo se llega a alcanzar la independencia y con quienes debemos alcanzarla. Porque yo quiero una Patria de hombres libres y no una Euzkadi bajo la dictadura del proletariado. En mi caso, además, me surge una duda: ¿porque la independencia ahora y no hace nueve o diez años cuando andábamos de la mano del PP?. ¿Tendrá esto algo que ver con las elecciones internas?. Seguramente, no.

Leyendo algunos párrafos el último comunicado de ETA militar (por cierto, con referencias a dos “polimilis”) del tipo “sacamos a nuestro pueblo de una muerte inminente y lo hemos traído hasta aquí”, “hemos llevado a la muerte al Estatuto de La Moncloa y al Amejoramiento” o ”tenemos la responsabilidad de organizar nuestras fuerzas y activarnos en la lucha, porque será la lucha de la izquierda abertzale la que asegurará el futuro en libertad de Euskal Herria” o las conclusiones de la Asamblea de Batasuna que, según esta, se sitúa  “en el centro del debate y con una gran capacidad para remover el panorama político”, lo que ha servido, entre otras cosas, para "desgastar el plan Ibarretxe y condicionar los proyectos del PNV" una se da cuenta que el nacionalismo democrático no tiene nada que ver con esta gente. Y no solo eso. La autodenominada “izquierda abertzale” se reclama como agente activo en el desgaste del Estatuto aprobado en el Parlamento vasco, coadyuvando en este sentido a la estrategia del constitucionalismo más radical. Que es lo mismo que hicieron en el período 2000-2001.

En estos momentos, ETA militar tiene casi 800 presos cuyo futuro está tanto en manos de la organización como en las del Gobierno central. En este sentido, los planteamientos de Lizarra también quedan superados, porque los pasos iniciados por José Luis Rodríguez Zapatero deja fuera del proceso de paz a las demás fuerzas políticas. Y no solo eso: queda perfectamente claro que una cosa es la paz y otra la normalización política, incluido un proceso de construcción nacional realmente democrático en el que las mayorías no sufran la imposición de las minorías.

En octubre de 1997, ELA-STV por boca de su secretario dejó claro que ETA “sobra y estorba”. Por otro lado, con motivo del 25 Aniversario de la constitución del Parlamento vasco, su presidenta, Izaskun Bilbao, dijo: “convivir, vivir, respirar son verbos incompatibles con nuestro principal problema: ETA. Hoy todos sabemos que ningún tipo de violencia tiene sentido y que debe desaparecer de nuestras vidas. Lamentablemente, el final llegará demasiado tarde para cerca de mil personas. Tres de ellas, Santiago Brouard, Gregorio Ordóñez y Fernando Buesa, eran parlamentarios vascos cuando fueron asesinados". Esto, que forma parte de Ponencia Política del PNV (Apartado 2.1.) dio lugar a una respuesta airada de la portavoz del Partido Comunista. Lo cierto es que si la negociación entre el PSOE y ETA diese lugar a la paz, el problema vasco aparecería tal cómo es y ese sería el mejor momento para afrontar su solución. Y, de esta forma, solo los votos validarían los argumentos de cada uno.

El último Alderdi Eguna fue, como siempre, sorprendente. A pesar de la amenaza de lluvia, y de anuncios contradictorios sobre camisetas y pegatinas, quedó claro que hay pocos partidos con tanta capacidad de convocatoria. Me gustaron los tres discursos que, como siempre, se complementaban. Imaz que conoce muy bien la historia de partido no olvida que, en 1933, José Antonio de Aguirre y Manuel de Irujo, fueron ponentes de un programa en el que se señalaba como objetivo que el Pueblo Vasco “desarrolle sus características propias y su genio peculiar hermanando su tradición con el progreso civil para que la Libertad, la Justicia, la Democracia y la civilización cristianamente vascas, se realicen dentro de su Estado nacional en cooperación fraternal con todos los pueblos para bien de la humanidad entera mediante la reintegración de la Nación Vasca a la plenitud de su soberanía”. Sin embargo, tras aprobarse un Estatuto de Autonomía sin Navarra, Aguirre se convirtió en lehendakari e Irujo en ministro del Gobierno español. La caña se doblaba en medio de la tempestad esperando tiempos mejores.

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