Iritzia
31Abuztua
2005
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Iritzia

Ideas de lo global

Iritzia
Abuztua 31 | 2005 |
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El ciudadano del siglo XXI tendrá que ser capaz de integrar la cultura de su nación, y la de sus vecinos, en una cultura globalizada, y para ello tendrá que conocer y apreciar primero las manifestaciones culturales que siéndole propias, son a su vez, comunes a los demás. El reconocimiento de las diversas culturas será algo necesario en un espacio multicultural como será el de la Europa cercana en tiempo y lugar.

Y esto supondrá implementar el cultivo del valor del respeto. Respeto a las personas, a las cosas, al entorno, superando las actitudes de mera tolerancia en las que no se pretende sino simplemente soportar algo que no se considera valioso. Se impondrá una actitud de reflexión y valoración de los demás, buscando lo que nos une, por encima de lo que nos separa y de lo que provoca confrontación o rivalidad. La solidaridad deberá ser entendida como algo más que un sentimiento de compartir con los necesitados, se deberá de incorporar a la misma justicia. Será un cambio multidimensional. El siglo XXI amanece con un despliegue de recursos sin precedentes y con una capacidad de extender los conocimientos todavía imprevisible. La mundialización de los problemas conllevará un aumento de interdependencia y la necesidad de convivir en la "aldea planetaria". Las tensiones entre lo mundial y lo local, lo universal y lo singular, lo espiritual y material, tradición y modernidad, largo y corto plazo, el ámbito privado y el público, la justa competencia y la igualdad de oportunidades, el desarrollo de los conocimientos y las capacidades habrá que conjugarlos con nuevas gramáticas y desconocidas morfosintaxis, declinaciones y tiempos verbales a inventar de mutuo acuerdo.


El ciudadano se encontrará ante un sutil solapamiento de identidades, ante una triple encrucijada: entre las comunidades de origen, entre los colectivos de elección y los sistemas aleatorios que en él concurren. Y ante esta encrucijada su derecho individual será precisamente el de dar voz a esta encrucijada, a esta identidad compleja y poliédrica que hoy sabemos que no deriva de ninguna constitución divina ni humana, sino que somos nosotros quienes nos la confeccionamos con los ingredientes que nos han tocado en suerte. Cada uno a su manera. Y ante esta encrucijada su obligación moral consistirá en mantener viva la conciencia de las diversas identidades nunca perfectamente avenidas con las nuevas. Sólo esta conciencia le permitirá mantener una positiva deferencia y un respeto no condescendiente hacia la diferencia. En Euskadi también. Lo vasco tendrá su oportunidad histórica, también su incertidumbre. Nuevas maneras de hacer política. Novedosos gestos de ser, vivir y actuar como vascos. Nuestra praxis política, nuestro actuar para seguir siendo vascos tendrá que ser, y será, reformulada desde aquel "Euzkotarren aberria Euzkadi da" de finales del siglo XIX, a nuevas y futuras concepciones globales de nación, relación, co-soberanías, fronteras, in-dependencias y demás que nos permitan seguir siendo "gu geu", y por lo tanto, al euskera encontrarle hueco. O sencillamente, no será.

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