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Cosoberanía e independencia

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Abuztua 18 | 2005 |
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La primera formulación ideológica del nacionalismo vasco contemporáneo es el conocido como "Juramento de Larrazabal" (1893). En realidad, tal "juramento" no eran más que las cuartillas leídas por Sabino de Arana y Goiri ante un puñado de invitados en el "chacolí" de Larrazabal, en las afueras de Bilbao. En este punto, resaltar un hecho que muchas veces se soslaya, Arana, vástago de una familia de tradición carlista, invitó para participar en aquella reunión a carlistas y liberales, es decir, a las dos grandes corrientes ideológicas del país en aquellos momentos. El socialismo era una fuerza incipiente (la fundación del PSOE data de 1879) y localizada, en aquellos años, en el proletariado inmigrante.

La primera organización del nacionalismo vasco contemporáneo fue el "Euzkeldun Batzokija". El Batzoki, en su estructura organizativa y, en sus elementos doctrinales, recogía, de forma fiel, la organización social del sistema foral vizcaino. Con sus virtudes y sus defectos, incluido el racismo que no era algo exclusivo del nacionalismo vasco. No hace falta escarbar demasiado para localizar referencias racistas en gentes diversas: desde Cánovas del Castillo a Pablo Iglesias.


Las referencias a la nación vascongada, o a las naciones vascas, se repiten desde el siglo XVI. En gentes tan distintas como Jean de Perocheguy o Benigno Mateo de Moraza. Arana-Goiri, sin embargo, hablará de "Patria": "Euzkadi es la Patria de los vascos" ("Euzkotarren Aberria, Euzkadi da"), una patria formada por la confederación de los estados vascos (que se corresponden con el antiguo Reyno de Navarra, el Señorío de Bizkaia, provincias de Araba y Gipuzkoa, Lapurdi y Zuberoa).


Hoy se considera el 31 de julio como la fecha fundacional del PNV. En realidad, el día 31 de julio de 1895 se constituyó el Bizkai Buru Batzar (Consejo de Bizkaia). En realidad, como recordaba Idoia Estornés, el nacionalismo vasco fue, sobre todo, un fenómeno vizcaino hasta el período republicano, en el que, entonces, también se convierte en guipuzcoano.


Hay tres asuntos interesantes, en este punto. El desarrollo electoral comienza en Bizkaia cuando se incorporan al PNV los "euskalerriacos" (liberal-fueristas) de Sota. Entre 1895 y 1930, la pugna entre carlistas y nacionalistas fue, en muchos casos, feroz (si se admite el término). En 1931, el nacionalismo en Bizkaia estaba curado de carlismo. Y, a todo esto, hay que sumar la pugna con los socialistas. En este punto no hay que olvidar el nacimiento del sindicato ELA (STV) en 1911, que, como en el caso del PNV y hasta bien entrado el periodo republicano, tenía su fuerza en Bizkaia.


A partir de 1916, el PNV incluye en su programa la reclamación de la vuelta a la situación anterior a 1839 y a 1798, que era lo que, luego, se conoció como reintegración foral plena que algunos interpretaron como el abandono definitivo del independentismo. El nacionalismo consiguió entonces los primeros grandes éxitos electorales, de nuevo en Bizkaia, llegando a la presidencia de la Diputación (Ramón de la Sota y Aburto) electos (diputados y senadores) en los cuatro territorios y, por primera vez, la alcaldía de Bilbao. Es en aquellos años cuando, por primera vez, se planteó un régimen de autonomía para el país.


A principios de la década de los 1920, el PNV (llamada entonces Comunión Nacionalista Vasca) conoció la primera gran escisión. Abandona el partido lo que podía considerarse como sector independentista que recrea el PNV. En la Comunión se quedan, entre otros, Jesús María de Leizaola o Manuel de Irujo (este último, por ejemplo, se había destacado en los enfrentamientos con los escisionistas). La reunificación se produjo en 1930 y, casi de forma simultánea, una nueva escisión de la que nació Acción Nacionalista Vasca (ANV). ANV fue la primera organización relevante de izquierda abertzale que, dependiendo de las circunstancias, se unió a las izquierdas españolas (es decir, en no pocas ocasiones, la izquierda primaba sobre lo abertzale.


Durante el periodo republicano, el PNV siguió luchando por la autonomía. En 1931, un EBB presidido por Luis Arana-Goiri, cabeza visible del sector más independentista, cometió uno de los grandes errores de la historia del PNV: un pacto con las derechas españolas (la minoría vasco-navarra) que no trajo la autonomía y sí la fragmentación del país (que aún se mantiene). En 1933, mientras que las derechas llegaban al poder republicano y el proceso autonómico vasco se frenaba en seco, de nuevo, un sector independentista, agrupado en torno al Euzko Mendigoizale Batza (Federación de Montañeros) y el semanario "Jagi-jagi" emprendía el camino de la escisión. Pero ésta ya no tendría la importancia de la anterior y, por otro lado, no se consumó del todo hasta la inmediata posguerra.


Cuando, el 18 de julio de 1936, se produce el golpe de estado que da lugar a la Guerra Civil, la organización del PNV estaba marcada por la Asamblea de Tolosa (1935) y las asambleas regionales previas en las se había elegido los diferentes "buru batzarrak". La guerra dio un vuelco a la vida interna del partido, con situaciones diversas según los territorios. El hecho es que, tras algunas manifestaciones individuales, como las de los diputados José María Lasarte o Manuel de Irujo, o la del presidente de la Confederación Nacional del sindicato ELA-STV, Manu Robles-Aranguiz, la declaración del PNV tomando postura por la legalidad republicana frente a los sublevados (19 de julio de 1936) fue responsabilidad exclusiva de Bizkai Buru Batzar. Y es un hecho que la unidad se quebró entonces, como se quebró esa unidad al tomar algún burukide la decisión unánime de la dirección en el exilio que estaba empeñada en la asistencia a los refugiados, cruzando la muga al considerar que no iba a ser molestado.


Durante los largos años de dictadura, el Euzkadi Buru Batzar, a través de una serie de declaraciones (la más importante fue la de 1949), fue adaptando el programa aprobado en Tolosa a las nuevas circunstancias. Y no sólo el programa. Los burukides elegidos en 1935 (por ejemplo, Solaun, Unzueta, Arredondo, Etxeberria, Gancedo…), con la excepción de Juan de Ajuriaguerra.


Hay otro hecho relevante en este período. El PNV rechazó siempre los frentes nacionalistas impulsados, primero, por Jagi-Jagi ("Matxari", en el exilio, y "Etarte", en el interior) y, luego, por este grupo y ETA. En 1971-1972, el movimiento EGI-Batasuna acabó convirtiéndose en una escisión (como todas las escisiones traumáticas) del PNV. Frente a los "frentes", el PNV optó por el mantenimiento de órganos como el Gobierno vasco en el exilio que, no se olvide, era una institución vinculada a la Constitución republicana y al Estatuto de 1936. Este rechazo al frentismo se mantuvo en los primeros años de la Transición: frente las Juntas y Platajuntas o la pintoresca reunión de Xiberta (hoy, elevada a la condición de hito histórico), el PNV mantuvo el Gobierno vasco en el exilio, la Comisión Negociadora de la Oposición, la Asamblea de Parlamentarios, el Consejo General Vasco.

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