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Apirila 23 | 2005 |
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Koldo Sansebastian

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La situación política vasca está enmarañada, pero, no es desesperada. Se parece mucho a la de 1998, en cuanto a los resultados, pero, en condiciones bien diferentes. El nacionalismo vasco sigue siendo el eje imprescindible de la política vasca. No hay combinación de Gobierno posible sin contar con la coalición PNV-EA (que, en 1998, obtuvo dos escaños menos que ahora). Lo sucedido en el año 2001 tuvo mucho que ver con la situación excepcional que se vivía en aquellos días y la reacción ante la amenaza aznarista. Por otro lado, el nacionalismo vasco afronta el futuro libre de compromisos, sin estar sometido a hipoteca alguna. Exactamente lo contrario de lo que ocurría en 1998. O, dicho de otra forma, el nacionalismo está mucho mejor que en 1998.

La situación del nacionalismo no es igual en todos los territorios. En Bizkaia, la coalición goza de muy buena salud. El retroceso no llega al tres por ciento. Superando el 40% de los votos, tienen la misma representación que PSOE y PP juntos. Con dos matices:

Batasuna+Aralar suman 3 puntos más que en 2001 y el conjunto del voto clasificado como abertzale supera el 50 % (52,4%). Es decir, en Bizkaia, la acción de PNV-EA no está hipotecada ni por el constitucionalismo (PP+PSOE) ni por Batasuna. Por otro lado, los socialistas sólo han sido fuerza más votada en tres municipios relevantes. En el caso de Sestao, la diferencia entre el PSOE y el PNV de poco más de 700 votos cuando, en otros tiempos, estas eran abismales. Pero, hay más: la presencia del PSOE y del PP en amplias zonas del Territorio Histórico de Bizkaia es insignificante o nula. En Araba, el panorama es similar al de Bizkaia, aunque el retroceso supera el 3%. Los votos perdidos por la coalición PNV se van a Batasuna+Aralar. El problema en Gizpuzkoa es que, aunque los votos también se van a Batasuna+Aralar, retrocede un 6,49, dos veces y media más al retroceso en Bizkaia. El ser más radical, más aparentemente (o manifiestamente) independentista, no significa nada. Quizá se dé un problema de identificación en determinados segmentos, y algún votante piense que prefiere el original a la copia.

Por si esto fuera poco, un posible "frente españolista’’ (PSOE+PP+IU) es culturalmente imposible. Además, a medida que pasan los minutos, las diferencias entre el PSOE y el PP son irreconciliables. Los segundos (Acebes en la COPE) habrían permitido la activación de la marca roja de Batasuna «para evitar la mayoría de la coalición PNV-EA». Socialistas y populares se zurran de lo lindo en público (desde la prensa a las Cortes Generales) sin ningún pudor.

Todo lo anterior no quiere decir que la coalición nacionalista viva momentos de euforia y en permanente celebración. ¡Tampoco es eso! Se han cometido algunos errores de libro. Yo veo dos principales. Pensar que, efectivamente, Batasuna no se iba a poder presentar (a pesar de que el que lo hiciese era una objetivo ineludible de la coalición), y por tanto relajar la tensión en el arranque de la campaña. Y, el segundo, una vez confirmada la presentación de la lista del PCTV, no tratar de volver el barco a faenar al caladero de siempre donde sabemos que la pesca es segura. Eso sí: ya sabemos que por lo menos un 38 % de la ciudadanía vasca respalda como poco los principios básicos de la propuesta de nuevo estatuto (que ya forman parte esencial de la doctrina del PNV). Asimismo, el 53% de los ciudadanos de la CAV han votado opciones que, como poco, consideran agotado el viejo Estatuto de Gernika.

Para el nacionalismo vasco, el objetivo más inmediato es, como mínimo, tratar de recuperar esos porcentajes perdidos en las bolsas de la abstención y desencantados de otras fuerzas, sabiendo exactamente cuál es su suelo.

El ‘‘espectacular’’ aumento del PSE se produce casi de forma aritmética a costa del descenso del PP. El domingo no se produjo el trasvase de votos de la comunidad nacionalista a campo constitucionalista. Por cierto, el ‘‘efecto Guevara’’ no ha servido para transvasar ni un solo voto del nacionalismo al constitucionalismo en Álava. Otro día hablaremos de los efectos ‘‘zapatero’’ y ‘‘aldaketa’’. En segundo lugar, tiene ante sí algunas hipotecas ‘‘interesantes’’ desde el punto de vista político. Junto al futuro de la Babckok y de La Naval y la reforma estatutaria en la CAPV y Catalunya, pende sobre el conjunto del PSOE la espada de Damocles del regreso a la arena política de José María Aznar.

El PP joseantoniano vive momentos difíciles. El mensaje de María San Gil no ha calado o ha calado poco. Ni siquiera en Vitoria (socialista), ni en el territorio alavés (nacionalista). Es una fuerza aislada en su ‘‘consolidación’’ y cada vez ‘‘pinta’’ menos en la política tanto de la CAPV como del territorio alavés.

A Batasuna, le hemos hecho la campaña entre todos. Aukerak Guztiak estuvo en el centro del debate. Primeras páginas, editoriales, debates, tertulias,... Si la Ley de Partidos había conseguido mantener a las bases de Batasuna en constante tensión militante, el debate sobre AG ha servido de reclamo para aquellos votantes que tradicionalmente se revuelven contra situaciones injustas. Yo conozco a una votante del PCTV que, en las generales, entregó su voto al PSOE porque quería «echar a Aznar».

La situación en estos momentos es clara. Cualquier pacto con Batasuna-PCTV pasa, no por la condena a ETA, sino por el rechazo expreso a la vulneración de los derechos humanos y la utilización de la violencia como estrategia para alcanzar fines políticos. Cualquier relación con el PSOE pasa por el avance real del autogobierno basado en tres premisas: cualquiera podrá poner sobre la mesa su propuesta (sin rechazar ninguna a priori), el suelo es el pacto de Gernika y cualquier pacto quedará blindado para evitar, permítaseme la expresión, el cachondeo con que algunos han tratado determinadas partes del viejo Estatuto. La solución peor son unas nuevas elecciones. Por menos convocaron nuevos comicios los socialistas en Madrid.

PARTEKATU