Nuevamente podemos estar ante una ocasión perdida de llevar a cabo una definición del sistema de comunicaciones, que nos sitúe con ventaja en los nuevos escenarios europeos y que supere definitivamente la histórica falta de "enlace" con el Continente y, esta vez, con el peligro añadido de "deslocalizar" parte del territorio peninsular (todo el Arco Atlántico), con el efecto arrastre sobre el territorio vasco. ¿Dónde están en el PEIT los proyectos nº 3 y 8 de redes transeuropeas de Essen, aprobados por los jefes de Estado y definidos como prioritarios por parte de la Comisión Europea?
El reto principal está en integrarnos plenamente en el Continente y eso exige corredores posibles y suficientes en el corto y medio plazo. ¿Por qué se renuncia al "enlace Atlántico" el más fácil y lógico de desarrollar, entre otras cosas por que es el camino mas corto a Centroeuropa. ¡Pero si es el de siempre! ¿Cuál es el análisis o decisión política que ha llegado a la conclusión de renunciar a la Ruta 1 para ir a "París"? ¿Renuncia el Gobierno socialista al enlace de Irun?
Desde Euskadi hemos reflexionado, durante estos últimos cuatro años, sobre la política de transportes y su traducción en sistemas y alternativas modales e intermodales de comunicación. Lo hemos hecho a través del denominado Plan Director del Transporte Sostenible (visión global) y estableciendo una alianza estratégica con la región de Aquitaine para la gestión del transporte (elemento clave para la definición de la eurorregión que dé cabida a proyectos como Vitoria-Dax, en concordancia con el "eslabón transfronterizo ferroviario").
El objetivo: situarnos de forma competitiva en los nuevos contextos de una economía globalizada, a partir de un territorio cohesionado internamente. Nuestra sociedad debe moverse con seguridad y calidad y tener capacidad de relacionarse en niveles superiores de comunicación, dada su exigente demanda de intercambio económico, social y cultural.
Pues bien, uno de los objetivos del Plan Director (el cuarto) habla de nuestra "localización territorial" en la nueva geografía europea. Sabemos que el centro de Europa se desplaza hacia el Este y que la forma de acercarnos a ese nuevo centro es tener buenas infraestructuras de transporte.
Euskadi siempre ha sido el "territorio de paso" hacia Centroeuropa (el camino más corto), por lo que no se entiende -lo hace el PEIT- que se rompa con la historia de las comunicaciones península-continente, eliminando la "función de paso" de nuestro territorio. Esto se lleva a cabo por la desvalorización de nuestras infraestructuras, en el caso de la "Y’’ vasca, se retrasa la operatividad al 2020 y, se culmina con la calificación de la CAV como territorio de "función intermodal suprarregional" frente al "intermodal internacional" del Mediterráneo, abriendo un desequilibrio entre áreas, sumamente perjudicial para la competitividad y el futuro de Euskadi y, debilitadora, de forma arriesgada, de la capacidad de enlace de la Península con el Continente. Nadie se la juega a una baza.
Ante esta situación sólo se pueden dar tres escenarios y tres respuestas:
Primer escenario, el mejor por su fortaleza y suficiencia. La creación de un "bastidor de enlace" basado en los corredores Atlántico y Mediterráneo, consolidado y apuntalado por los corredores del Ebro y de Toulouse.
Ésta es la solución que siempre apoyaremos. Todos salimos beneficiados y se supera definitivamente la falta de relación entre la Península y el Continente, haciéndose de forma equilibrada y suficiente entre los dos ejes.
Segundo, la peor por su debilidad, por su insuficiencia para dar respuesta a la demanda y, por generar desequilibrios territoriales (error histórico sin precedentes). Desde la CAV no es asumible esta alternativa que nos "deslocaliza el territorio" de los escenarios europeos. La decisión de abandonar la ruta atlántica obedece a un acto de voluntad política equivocada de consecuencias muy negativas para España y para Euskadi, que nunca puede ser aceptada.
El PEIT propone este escenario, rebajando la categoría europea de la ruta atlántica, hasta la de "suprarregional" y lo hace (lo he dicho antes) rebajando la categoría de todas sus infraestructuras viarias, portuarias y aeroportuarias y retrasando (escandalosamente y sin justificación objetiva alguna) las ferroviarias, con la "Y’’ vasca a la cabeza, hasta 2020.
Tercer escenario, la única alternativa para Euskadi ante la disyuntiva de quedarse "deslocalizado". No es buena porque perdemos la condición de "paso transpirenaico", de gestores de transporte europeo y, sobre todo, porque se pierde la relación con la Península, que es importante para nuestra economía, además de demandada por nuestra sociedad.
Pero hoy la Europa en la que estamos incorporados se desplaza hacia el Este y la relación con esas nuevas áreas es necesaria si se quiere estar bien situado para los retos futuros.
El bienestar de nuestra sociedad depende, fundamentalmente, de la solidez y capacidad de relación económica, social y cultural y, el aceptar el escenario del PEIT nos sitúa en la incertidumbre y en un retraso no recuperable de 50 años. Nuestra alternativa es, en cualquier caso, el enlace con el Continente, en eso no puede haber duda. Si se quiere caer la Península es muy libre de hacerlo, pero para nosotros no es admisible. Nos jugamos nuestro futuro.