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2005
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Los apoyos del Plan Ibarretxe y otros apoyos

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Urtarrila 11 | 2005 |
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Koldo Sansebastian

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Deia


La aprobación del llamado Plan Ibarretxe puede considerarse como prematura, incluso como no deseada por el tipo de apoyos recibidos por sectores de quienes lo han apoyado desde el primer momento sin ninguna reserva. Aún así, ¿contaminan los votos de Batasuna la propuesta? La pregunta podría plantearse al revés, ¿ha contaminado hasta ahora la acción opositora del PP y del PSOE el haber votado con Batasuna en repetidas ocasiones? La última vez que los correligionarios de Iturgaiz «mancharon sus manos de sangre», por utilizar su propio ejemplo, fue hace unos días cuando no llegaron a bloquear los presupuestos sólo por el error de una parlamentaria socialista. ¿Había un pacto PP-PSOE con Batasuna? ¿Por qué sólo pacta el PNV y no los otros?

Iñaki Gabilondo ofrecía a Ibarretxe la posibilidad de que el PNV retirase tres votos para evitar que su plan no saliese con el apoyo de Batasuna. No decía, claro, que, pese a todo, los tres parlamentarios de este grupo habría votado al Plan Ibarretxe. O que el rechazo del PP y del PSOE también recibió tres votos de Batasuna. Pero hay más: si de verdad, de verdad (lo que dudo) el PP y el PSOE quieren evitar la ‘‘contaminación’’ de los votos de Batasuna, basta con llegar a un acuerdo muy sencillo: ni unos ni otros contabilizarán los votos de los parlamentarios de Sozialista Abertzaleak. ¿Por qué no lo hacen? Simplemente, porque entonces el tripartito tendría la mayoría absoluta (36-32). Así que, para evitarlo, PP y PSOE no dudan en utilizar los votos de Batasuna. Entre enero de 2000 y diciembre de 2004, por cada vez que el PNV-EA ha votado con Batasuna, el PP y el PSOE lo han hecho tres veces. ¿Denunciará esto Iturgaiz en el Parlamento Europeo?

Javier Pradera, en la misma línea que José Ramón Recalde, se empeña estos días en especular sobre el respaldo que la ciudadanía vasca da a propuestas y leyes. Eso sí: sólo lo hace en los casos que considera más beneficiosos para sus intereses. Él y Rodríguez Ibarra, y tantos otros, se olvidan de la Constitución de 1978. Primero, el PNV fue marginado de la Ponencia constitucional. Segundo, la Constitución, siguiendo el sistema contable de Pradera, sólo recibió el respaldo del 70% de poco más del 40% del censo de lo que hoy es la CAV. El resultado es que, como señalada Juan José Linz, el sistema constitucional español en la CAV esté escasamente legitimado. Aquí no hubo consenso. Ni se dio posibilidad para el mismo.

 

El PNV ha sido a lo largo de la transición un partido ‘‘pactista a tope’’ (como tantas veces ha repetido Arzalluz). En 1979 pactó en Euskadi un Estatuto cuyo texto fue recortado nada más llegar a Madrid. Aún así, lo aprobó y lo asumió como propio. La derecha y el PSOE han dedicado los últimos veinticinco años a bloquearlo y desgastarlo. En 1981 aprobaron la LOAPA. En 1985, la ‘‘ley Ledesma’’ le pega el primer tajo serio. Desde entonces, el Estatuto de Gernika no ha sido, ni mucho menos, un lugar de encuentro.

Ha sido moneda de cambio, de discrepancia permanente, de matiz insufrible, cuando no la mejor forma de insultar: «la gestión del régimen económico de la seguridad social» -sic- (artículo 18.2 b) es la interpretación sesgada del nacionalismo insaciable. Veinticinco años más tarde, el pacto (y la Ley) está sin cumplir y el PSOE dice querer consensuar (por los socialistas, claro, consensúan) el ‘‘plan Guevara’’ en el que, de entrada, se recortan competencia esenciales del texto de 1979. Y dicen (los socialistas) que ésta es la ‘‘única’’ forma de ampliar el texto de Gernika. Si es la ‘‘única’’, ¿que opción queda al consenso? El Pacto de Ajuria Enea jamás se cumplió en aquellas partes de más fácil cumplimiento. Hay que recordar que el artículo 2 hablaba de completar el proceso autonómico. En 1997, el lehendakari Ardanza hizo una propuesta que sólo recibió desprecio por parte del PP y del PSOE, y de la que algunos se acuerdan ahora.

 

 

Ejemplo de consenso es el llamado ‘‘pacto antiterrorista’’ firmado entre el PP y el PSOE. A los demás, sólo les quedaba adherirse o, de lo contrario, pues, eso: era un filoterrorista con las manos manchadas de sangre. ¿Qué es consensuar para esta gente?: o hacéis lo que digo u os mando a la Brunete. Curiosa forma de consensuar. Y, mientras tanto, se consolida la estrategia de la ‘‘alternativa’’ (no es extraña la reaparición de Mayor Oreja), es decir, exterminar al nacionalismo a costa de lo que sea (incluido el espectáculo que están dando el PP y el PSOE en Araba). Ramón Jáuregui sigue insistiendo el desalojo del PNV de las instituciones, cerrando cualquier tipo de acuerdo transversal.

La forma de consensuar y de pactar del PP y del PSOE ha sido, desde siempre, el de las horcas claudinas, el de la capitulación constitucional. Y es que, dicen, gracias a esta Constitución, hay autonomía. ¡Claro! Y con otra Constitución, ¿no la habría? En 1878 se produjo un serio incidente en Hernani cuando los mozos del pueblo se liaron a mamporros con los solados de la ocupación constitucional cuando estos últimos comenzaron a molestar a las mozas que no querían bailar con ellos. Y así seguimos.

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