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1997ko urriaren 6an                                                                     48. alea

SUMARIO

ANTE EL TRATADO DE AMSTERDAM

-Resolución de la Asamblea Nacional del PNV- -4 de octubre 1997-

 

  La Asamblea Nacional de EAJ-PNV, ante la firma del nuevo Tratado de la Unión Europea en Amsterdam, reitera la apuesta y compromiso de nuestro partido con la construcción europea.  En este sentido, habíamos puesto fundadas esperanzas en la Conferencia Intergubemamental para la reforma del Tratado de Maastricht que debía culminar con un nuevo marco institucional europeo.

  Desde nuestra posición en las instituciones vascas, desde el Congreso y el Senado, así como desde el Parlamento Europeo hemos tratado de aportar nuestra reflexión a este proceso de reforma, desde la convicción de que sólo una Europa unida respetuosa con los pueblos y realidades que la conforman cuenta con las garantías necesarias para enfrentarse con éxito a los retos de futuro.

  La Conferencia Intergubernamental reunida en Amsterdam no ha respondido a las necesidades de reforma que la Unión Europea requiere.  El nuevo Tratado supone un pequeño paso hacia la construcción de la Europa política, pero no está a la altura de lo que la realidad demanda.  No se nos ocultan los avances que Amsterdam supone: más capacidad legislativa del Parlamento Europeo en materia social, capacidad de elección del presidente de la Comisión por la Eurocámara, la extensión de las competencias comunitarias en materias de justicia e interior o la capacidad de recurrir a la UEO (Unión Europea de Defensa) para misiones de paz o humanitarias.  Sin embargo, las reformas no han estado a la altura de lo que se demandaba.

  Nuevamente, el viejo nacionalismo de los Estados, el mismo que ha estado en el origen de los grandes conflictos europeos de este siglo, ha impedido que Amsterdam suponga una reforma profunda de las instituciones y de los modos de hacer de la política europea, que la acerquen a sus ciudadanos y permitan afrontar con garantías la ampliación europea, la construcción de un espacio económico común fruto de la moneda única, y los retos de seguridad a los que se enfrenta Europa.

  Sin embargo Amsterdam, dentro de la escasez de avances, ha significado también el visto bueno al inicio de las negociaciones de ampliación a los nuevos países del Este de Europa, y la plasmación jurídica del  Pacto de Estabilidad y Crecimiento que confirma el previsible lanzamiento del euro para dentro de quince meses.  Y éstas son las auténticas revoluciones a las que se enfrenta la Unión Europea que van a erosionar los cimientos sobre los que se sustenta el Estado-nación clásico, y que van a obligar a los quince a enfrentarse a reformas políticas mucho más profundas que las que han rechazado en esta Cumbre.

  Horas después de que se haya firmado el Tratado de Amsterdam pocas son las voces que niegan la necesidad de convocar una nueva Conferencia Intergubernamental que acometa una reforma en profundidad antes de la próxima ampliación. ¿Es que alguien piensa que los procedimientos de decisión, con sus unanimidades y derechos de veto en algunos casos, son válidos para la Europa a 20 o a 25 de los próximos años? O también podríamos preguntarnos hasta cuándo van a admitir los ciudadanos europeos el ser convocados a unas elecciones europeas para elegir un Parlamento Europeo que está sometido al Consejo en muchas de las decisiones que adopta, y no tiene por tanto una capacidad legislativa plena. O durante cuanto tiempo va a ser permisible en un espacio como el europeo, el contar con la única Cámara legislativa de un entorno democrático, como es el Consejo, cuyas deliberaciones son secretas.

  De la misma forma, la desaparición de los Bancos Centrales y la fijación a nivel europeo de las políticas monetarias, va a obligar a una coordinación europea de las políticas económicas, incluyendo las fiscales.  Unos hablan de un equilibrador económico-político a las políticas del Banco Central que sólo buscarán por principio la fortaleza de la moneda.  Otros subrayan la necesidad de dirigir las políticas económicas complementarias de las monetarias desde instancias comunitarias.  Pero casi todos coinciden en señalar que las instituciones actuales carecen de la suficiente legitimidad y fortaleza política para dirigir las nuevas políticas que la creación de un espacio monetario y económico común van a requerir.

  Otro tanto ocurre con la seguridad y la defensa común.  Conscientes todos de la debilidad e inoperancia de los ejércitos estatales frente a los posibles riesgos a los que se puede enfrentar el continente europeo, sólo el nacionalismo de los Estados actuales impide un avance más decidido hacia la creación de una verdadera defensa europea que constituya uno de los dos pilares de la Alianza Atlántica.

  Por tanto, desde EAJ-PNV, vemos como escenario probable el desarrollo de una reforma en profundidad de las instituciones europeas en los próximos años como consecuencia de la ampliación, la moneda única y la necesidad de construir un espacio de seguridad y libertad.

  Una reforma que vaya construyendo un poder político europeo, en el que el Parlamento desarrolle una función legislativa equiparable al Consejo o al órgano que represente a las entidades constitutivas de la Unión, y en el que la actual Comisión se convierta en un gobierno europeo real.  Y Amsterdam ha dado un espaldarazo a la ampliación y a la moneda única que serán las revoluciones que desencadenen las ulteriores reformas.

  Por ello, desde una perspectiva histórica, y siendo extremadamente críticos con la escasez de reformas institucionales que se han producido, EAJ-PNV entiende que el Tratado de Amsterdam supone un hito positivo, y un pequeño paso adelante en esa tarea común que es la construcción europea y la creación de un espacio político que diluya las fronteras de los Estados clásicos, y permita la aportación del pueblo vasco a esta apasionante tarea.

  Las dificultades son muchas, y también el viejo nacionalismo de los Estados tratará de obstaculizar nuestra aportación y participación en este proceso.  Y una muestra más de esta actitud de incomprensión de la realidad está en el propio Tratado de Amsterdam y la declaración anexa sobre la subsidiariedad firmada por Austria, Alemania y Bélgica, y a cuya firma se ha negado el Estado español.

  Nuevamente, el gobierno español sale a Europa olvidando la existencia de una distribución de poderes interna propia de un Estado plurinacional, y tratando de aparentar que el Estado español es algo monolítico cuya representación puede ser ostentada por el gobierno de Madrid.  Así, el Estado español se convierte en el único de los cuatro Estados que al día de hoy tienen entes subestatales con poderes legislativos amplios, en negarse a firmar la declaración del Tratado que reconoce que las decisiones europeas afectan también a esos poderes legislativos subestatales, y que reclama por tanto la aplicación plena del principio de subsidiariedad.

  Podría ser cómico si estas actitudes no estuviesen impidiendo la participación real de las instituciones vascas en la toma de decisiones comunitaria, y si ello tuviese como consecuencia la indefensión de los intereses políticos, sociales y económicos de los vascos debido a la imposibilidad de representación de nuestras instituciones en el proceso decisional europeo.

  Esta actitud es también la que permite que de todos los Estados descentralizados políticamente de la Unión Europea, el estado español sea el único que tiene una circunscripción electoral única al Parlamento Europeo, impidiendo así que los vascos elijamos directamente a nuestros propios representantes a la Eurocámara y obstaculizando el adecuado control y seguimiento del ciudadano a los que los deben representar.

  Esta concepción arcaica que impide a las instituciones europeas estar directamente representadas en Bruselas, como si Bruselas fuese ya el extranjero, ha quedado también patente en la firma de este Tratado.  Por ello, EAJ-PNV subraya su voluntad de continuar trabajando por este objetivo de participación de las instituciones vascas en este objetivo común que es la construcción europea.  Porque consideramos que en un espacio ya sin fronteras que es la Unión Europea, el autogobierno y las responsabilidades que éste conlleva ante los ciudadanos nos obligan a buscar estos cauces de participación.