Orri Nagusia        Alderdia Berriak        Bestelako Agiriak        Irudi eta Inprimakiak

 

 

1997.go Urtarrilaren 7a                                                                  20. alea

 

SUMARIO

  - Inhabilitación de Insumisos

  - Sobre Belloch, Galindo y el PNV

   

 INHABILITACION DE INSUMISOS  

  El Partido Nacionalista Vasco, ante los artículos 527 y 604 del Código Penal penalizadores de los insumisos,

  MANIFIESTA:

  1.- Su postura contraria a los artículos 527 y 604 del actual Código Penal, que inhabilita a los insumisos durante un periodo de 10 a 14 años, negándoles el acceso a trabajar en la Administración, así como el derecho a becas y ayudas públicas, lo que se denomina "muerte civil" del insumiso.

  2.- Que seguirá presentando cuantas iniciativas parlamentarias o extraparlamentarias estime oportuno en orden a modificar el contenido de los indicados artículos.

  3.- Que aun considerando derecho vigente los indicados artículos, comprenderá las actitudes personales de los cargos públicos de EAJ-PNV que adopten posturas no acordes con el contenido de los mismos, y en todo caso prestará su apoyo a quienes por su postura puedan resultar responsables en cualquier orden.

  4.- Que valora el contenido de dichos artículos, como una actitud meramente represiva ante la posición socialmente asumida, de una juventud vasca, que cada día se manifiesta más contraria a prestar su voluntad a un servicio militar obligatorio, máxime cuando ya se ha marcado la fecha de desaparición del mismo.

 

   

SOBRE BELLOCH, GALINDO Y EL PNV  

  "Al PNV le pareció y le parece una barbaridad elevar al Generalato a un hombre cuando empezaba ya a otearse en el horizonte que puede haber procedimientos judiciales que pueden ponerse en marcha".

  La carta estaba escrita en euskera Y fechada así: "San Martín Eguna".  Sin más.  Como encabezamiento, el nombre de la Parroquia de la que era titular el remitente.  Esta a mano Y firmada con nombre y apellido.  Finalizaba el año 1993 ).

  En "XX" hemos padecido grandes sinsabores.  Y dado que me hallo en una posición privilegiada para conocer los sucesos de aquí, creo procedente darlos a conocer.  Yo creo en el hombre y estoy seguro de que no será inútil el contarlos.  Creo que callar es lo último”.

  "He hablado con once apresados sobre la muerte de Gurutze (Yanzi).  Corcuera sólo escuchó a los policías y no a los presos.  Yo he oído a Corcuera v a los encarcelados.  No tengo duda alguna de que fueron torturados.  Pero hoy le quiero hablar de Ibon Martiarena (nombre supuesto).  Su detención en su caserío fue muy dura, tanto para él como para su mujer y sus padres".

  "Le golpearon innumerables veces y con todas sus fuerzas en la cabeza con el listín de teléfonos: le sometieron a la tortura de la bolsa (de plástico) un montón de veces, perdiendo el conocimiento; le aplicaron los electrodos dos veces.  Con hormigueos en el brazo y con dolores en el lado izquierdo pidieron un médico y lo trasladaron al Hospital Militar.  Aquí le trataron muy bien y se despidió dándoles las más efusivas gracias.  Le diagnosticaron una pequeña y antigua lesión no de cuidado".

  "Pero la agresión más fuerte la padeció cuando le llevaron de nuevo a Comisaría.  Palizas interminables.  Le dijeron que su hijo de tres años había muerto de un tiro que se le escapo a un policía.  Fue para él el trance más duro.  Dos policías. agarrándole la mano le quisieron hacer firmar un papel en blanco, pero les contestaba que "podían matarle pero que no firmaría".  Y le repitieron una y otra vez que no denunciara torturas, porque si lo hacia......

  "Aun siendo culpable no se puede consentir esto, y mucho menos si no se es.  Todos estamos en peligro.  Mientras haya torturas, y esto no le he comentado con nadie, pienso que estamos obligados a protegerlos para que no caigan en manos de la policía.  Esto es tremendo y por eso niegan la existencia de torturas.  Pero a nivel de conciencia cada cual tiene sus certidumbres, y procedemos según ellas.  Creo que, para quienes estáis constituidos en autoridad, es muy importante enteraros, no a través de los periódicos sino de fuentes propias, hablar con quienes han sufrido las cosas, "de primera mano".  En la situación de aquí me ha sorprendido ver qué pocos se han acercado a ver las cosas desde dentro y a hablar con quienes hemos visto lo sucedido".

  Estas palabras no provenían de un "cura político”, sino de un párroco que se comportaba y hablaba desde criterios estrictamente pastorales.

  Para mayor garantía pudimos avalar sus palabras con el testimonio de médicos y forenses que habían tratado a las personas torturadas y, especialmente, a Gurutze Yantzi.

  Llegados a este punto nos vimos en la necesidad de actuar.  Y como no poseíamos un entramado probatorio técnicamente suficiente para arrastrar una acusación penal, optamos por la vía política con el fin de poner término a esta situación.

  Y aquí surgió Intxaurrondo y, en él, Rodríguez Galindo como clave de una manera delictiva e inhumana de atajar unos modos también delictivos e inhumanos de alcanzar fines políticos.

  Por aquella época, enero del 94, acababa de dimitir Corcuera y de ser nombrado ministro del Interior Antoni Asunción.  Estaba en marcha la "Comisión Roldán".  Nuestros diputados quieren implicar a Rodríguez Galindo. en esa comisión.  Por aquella época, de Intxaurrondo y de Galindo sólo se habla en Gipuzkoa y en el ABC, a cuenta, sobre todo, del "Informe Navajas".

  Tras documentamos todo lo que pudimos. tenemos una entrevista con el ministro Asunción a quien le planteamos el cese de Rz.  Galindo como paso indispensable para sanear Intxaurrondo.  De otro modo, nos veíamos obligados a plantear públicamente la denuncia del caso.

  Asunción, que no estaba contaminado por el GAL, y con quien siempre tuvimos una buena relación, nos desaconsejó la vía de la Comisión Roldán que, según él, iba a reforzar a Galindo, y se comprometió a buscar el modo de retirarle de Intxaurrondo antes del 21 de junio de 1994.

  Pero Asunción dimitió en mayo a raíz de la fuga de Roldán.  Sólo fue ministro cuatro meses.

  Y vino Belloch, a quien explicamos la situación y recordamos el compromiso.  Pero dio largas.  Al parecer le interesaba Galindo, su información. O tuvo miedo a todo lo que podría soltar.  El hecho es que Galindo siguió en Intxaurrondo.  Anasagasti se lo recordó y recibió una respuesta desabrida.  Incluso lo señaló en febrero del 95 en el "Debate sobre el Estado de la Nación", pero no actuó.

  Mientras tanto saltó el escándalo GAL, el de los fondos reservados, el caso Lasa y Zabala y hasta el de Zabalza.  Galindo e Intxaurrondo adquirieron una trágica notoriedad.

  Y, por fin, el 4 de agosto del 95, el ministro Pérez Rubalcaba me llamó para comunicarme que el Consejo de Ministros acababa de elevar al Coronel Rodríguez Galindo al empleo de General.  Catorce meses después de la fecha fijada por el ministro Asunción y quince meses después de la toma de posesión de los Ministerios de Justicia e Interior por el juez Juan Alberto Belloch.  Esto es, dicho con propiedad, tarde y mal.

  Todo esto hubiera quedado traspapelado por acontecimientos mayores, si el señor Belloch, en declaraciones a un diario madrileño el pasado 29 de diciembre, no se hubiera referido al caso en términos, a mi entender, inexactos y excesivamente exculpatorios de su comportamiento en el caso.  Preguntado sobre el ascenso de Galindo, responde: "Yo conocía al personaje, pero sobre todo conocía los elementos del “puzzle", su trabajo en la lucha antiterrorista, que su posición cada vez era más difícil desde el punto de vista político y que el PNV y otros partidos del País Vasco no tenían una relación con él mínimamente aceptable (¡a esto se le llama eufemismo!).  Y si, además, empieza ya a otearse en el horizonte que puede haber procedimientos judiciales que pueden ponerse en marcha, son elementos que llevan a tener que tomar una decisión.  Y puedo decir que al PNV, si el modo de que Galindo dejara Intxaurrondo fuera haciéndole general, le parecía bien”.

  Esto es, aparte de otras cosas, una media verdad.  Es cierto que al PNV le urgía la remoción de Galindo.  Simplemente porque de seguir así las cosas se veía obligado a cambiar de política.  Caso de constatarse una situación habitual de tortura, no sólo no cabe callar, sino que se imponen conclusiones como las que en su fuero interno había llegado a formular nuestro párroco.

  Al PNV le pareció y le parece una barbaridad elevar al Generalato a un hombre "cuando empezaba ya a otearse en el horizonte que puede haber procedimientos judiciales que pueden ponerse en marcha".  Dejo a la consideración del lector la magnitud o la complejidad del "puzzle", como dice el ex ministro, para que Galindo durase lo que duró en Intxaurrondo después de que se fue sabiendo todo lo que se supo.

  Siempre que hacemos algo en esta línea, se nos acusa de dar alas al terrorismo.

  Concluyo, haciendo mías las palabras que el párroco en cuestión pronunció en su parroquia con ocasión de estos trágicos hechos: "Lo que he hecho hasta ahora me ha movido a decirlo mi amor a la verdad (la mentira y el engaño me repugnan), mi amor a la justicia, al derecho de todo hombre al respeto por su persona. derecho a no ser burlado, despreciado, pisoteado.  Y también mi amor a todos los hijos de este pueblo.  Apoyado en esos motivos, también tengo que decir que no acepto y que condeno que ETA mate a un guardia civil retirado de 78 años; que para protestar por lo que ha pasado aquí hiera a diez personas; que para conseguir dinero secuestre a uno.  Así como no acepto que se rían y humillen a un preso, tampoco acepto que se vocee "guardia civil jo ta bertan hil".  Como no acepto que un guardia civil diga "hay que exterminarlos", tampoco acepto que se grite "mátalos" refiriéndose a la Guardia Civil".

  "Estoy convencido de que humillando, despreciando, hiriendo, no conseguimos la paz.  Midamos las palabras, digamos lo que tengamos que decir o denunciar, pero sin pisar, sin aplastar a los demás".

  "Por el hecho de condenar la tortura no soy de ETA, ni por el hecho de condenar las muertes por bomba soy de la policía..."

 

Xabier Arzalluz

Publicado en el Periódico DEIA - 97-1-5