Es un hecho constatable que la situación de saturación del servicio de urgencias del Hospital de Cruces se ha vuelto insostenible. La semana pasada, profesionales del centro daban la voz de alarma para llamar la atención sobre lo que han denominado el “mayor colapso” hasta la fecha, con hasta 16 pacientes atendidos en los pasillos y 42 enfermos ocupando los boxes a la espera de poder ser ingresados. Lo realmente preocupante es que este caos no es puntual sino que se está convirtiendo en un problema estructural del centro que dirige Gregorio Achutegui. Según palabras de los trabajadores del servicio de urgencias, la situación es propia de un “hospital de campaña”. Esto repercute de forma directa en la calidad del servicio, en la atención que los profesionales pueden prestar a los enfermos y, desde luego, en la dignidad del enfermo y en su derecho a la intimidad y la confidencialidad.
No vamos a jugar a la falta de memoria porque siempre nos han caracterizado la honradez y la defensa de la verdad, ni vamos a pensar que el mundo se puso en marcha ayer. En otros tiempos y con otros gestores también se han vivido situaciones de saturación puntual del servicio de urgencias del que es el hospital más importante de Bizkaia. Los picos de gripe o las diversas adecuaciones necesarias para mantener el centro en condiciones han causado en otros tiempos esperas más dilatadas de lo deseable, pero ¿qué está pasando actualmente para que el caos se haya convertido en el pan nuestro de cada día?
Las cosas están llegando tan lejos que incluso el Ararteko investigará de oficio esta situación. La institución que preside Iñigo Lamarca ha anunciado su decisión de abrir un expediente informativo basándose en las aportaciones recibidas desde diversas vías. Pero al consejero Bengoa no le ha gustado nada que el Ararteko se “meta en sus asuntos” y califica su actuación de “curiosa”. El defensor del pueblo puede seguir desarrollando su actividad siempre y cuando no toque determinados temas peliagudos que afectan directamente a los derechos básicos de los ciudadanos pero que “pisan el callo” del gestor profesional e independiente que está logrando hacer descarrilar una de las locomotoras más firmes y seguras de Euskadi: nuestro sistema público de salud.
Mientras tanto los portavoces de la dirección del centro sanitario afirman que la actividad del servicio de urgencias “se viene desarrollando con normalidad”. Esto nos habla a las claras de lo que los actuales responsables del departamento de Sanidad y Consumo del Gobierno Vasco entienden por “normal”; o, lo que es aún más grave, nos da la clave de la “normalidad” hacia la que nos quieren llevar. El Partido Nacionalista Vasco, en sus más de 30 años al frente del barco, nunca se ha conformado con prestar servicios “normales” a los vascos y vascas. Nuestro objetivo siempre ha sido la excelencia, tanto en el servicio como en la gestión, por lo que no consideramos válidos este tipo de argumentos. Aún así hay que reconocer que esta clase de situaciones son corrientes y habituales desde que el señor Bengoa y todo su elenco de colaboradores “aterrizaron” en la sanidad vasca para priorizar sus propios intereses y los de sus afines sobre el mantenimiento de un servicio tan importante y valorado como el de urgencias de uno de los hospitales más importantes de la red sanitaria vasca. Servicio que, a pesar de baches concretos, ha sido siempre un referente sanitario en Euskadi.
La gerencia del Hospital asegura que el problema irá remitiendo a medida que se completen las reformas en los distintos centros sanitarios -que están privando a Cruces de 20 camas y a Santa Marina de 80-. Como estas excusas no parecen suficientes, el director del Hospital anuncia, para curarse en salud, que esta situación no remitirá hasta que se abra el futuro hospital de Urduliz dentro un par de años.¡Que Dios nos pille confesados! Tendremos que acordarnos todos los años de colgarnos del cuello el cordón de San Blas para que nos libre de los males propios del invierno y evitar así la saturación de las urgencias con gripes, catarros, bronquitis y demás. ¡A poner todos nuestro granito de arena!
Al margen de estos intentos de justificarse, el hecho cierto es que, durante los momentos de mayor tensión y saturación de Cruces, el personal médico intentó conseguir la correspondiente autorización para desviar pacientes a otros hospitales de Bizkaia pero se encontró con la desagradable sorpresa de no poder contactar con ningún responsable de la dirección que diese la orden. Desaparecidos en combate.
Por otra parte, hablando de obras que entorpecen el servicio y de lo convenientes que resultan como excusa, es imposible no hacer mención a una respuesta que el consejero de Sanidad y Consumo envió al Parlamento cuando, en marzo de 2010, nuestro Grupo Parlamentario le preguntó sobre la situación de saturación por la que atravesaban las urgencias de Cruces: “…la situación de saturación en esta última ocasión se ha debido fundamentalmente a las obras de reforma que se están realizando en la cuarta planta del Hospital, obras que reducen en 26 el número de camas de hospitalización operativas. Obviamente, el riesgo de saturación se reducirá notablemente cuando finalicen estas obras, previsiblemente a mediados del próximo mes de abril”. Está claro que tan obvio no ha resultado o que hablaba del mes de abril del 2020..
No es la primera vez en esta legislatura que desde el Partido Nacionalista Vasco denunciamos la obsesión de los actuales gestores por convertir el Hospital de Cruces en el Valle de los Caídos del Gobierno López. Pero este es otro asunto…
Para poner la guinda en este triste pastel el señor Bengoa y el Director General de Osakidetza, Julián Pérez Gil, achacan tanto las denuncias de los profesionales y los usuarios como la intervención del Ararteko a que “ya ha empezado la campaña electoral”. Da vergüenza ajena.
En este contexto de caos, cobra mayor importancia -si cabe- el sobreesfuerzo y la profesionalidad de todos los trabajadores del Hospital de Cruces que, a pesar de las circunstancias, se dejan la piel para restar en lo mínimo calidad y humanidad al trato con los enfermos. Un trabajo que, a través de estas líneas, reconocemos y agradecemos porque si no fuera por ellos ya habrían colgado el cartel de “cerrado por obras” en el Hospital de Cruces.
Fátima Ansotegi Elordi, parlamentaria de EAJ-PNV
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